jueves, 25 de septiembre de 2025

2ª parte: Medio siglo de tertulias en el Café Lyon (1933‑1985). Un café madrileño convertido en foro literario, político y sobrenatural.

1ª parte: El Café Lion y La Ballena Alegre, un icono de la modernidad en Madrid: Actual «The James Joyce Irish Pub» https://sergio-camero.blogspot.com/2025/01/el-cafe-lion-y-la-ballena-alegre-un.html

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1. La tertulia de «La Ballena Alegre» en el Café Lion (Madrid)

Contexto histórico y social en la II República.

El Café Lion, inaugurado en 1931 en el nº 59 de la calle Alcalá de Madrid, se convirtió pronto en un hervidero de tertulias intelectuales de todas las tendencias en los convulsos años de la Segunda República. Madrid tenía por tradición los cafés de tertulia, espacios donde escritores, políticos, artistas y bohemios debatían apasionadamente. 

En el Lion coincidían en un mismo local: en la planta principal se reunían círculos de intelectuales republicanos y de izquierda (como Federico García Lorca con sus amigos de la Generación del 27, el editor José Bergamín o el político Antonio Sánchez Román), mientras que en el sótano se congregaba un grupo de jóvenes derechistas encabezados por José Antonio Primo de Rivera. Pese a representar posturas ideológicas opuestas, existía cierto respeto personal e incluso amistad entre algunos de ellos. Por ejemplo, está documentado que José Antonio (fundador de la Falange) y el poeta Lorca “eran buenos amigos” y solían cenar juntos los viernes.

Aquella relativa convivencia en el café no estaba exenta de tensiones. Las distintas camarillas intercambiaban bromas mordaces e “improperios” entre sí, y más de un concurrente asistía armado: como recordó el periodista falangista Jacinto Miquelarena, “los revólveres permanecían ocultos, pero a mano, en los bolsillos sobaqueros de los gabanes”. Sin embargo, antes de que todo estallara en 1936, aquellas discusiones políticas acaloradas todavía transcurrían en un ambiente de debate intelectual, con las ideas y las letras sustituyendo temporalmente a las balas. Este es el caldo de cultivo social en el que surgió la famosa tertulia de “La Ballena Alegre” en el sótano del Café Lion.


Origen de la tertulia «La Ballena Alegre» (1931-1933).

El Café Lion abrió sus puertas el 10 de octubre de 1931, en plena efervescencia cultural madrileña. Sus propietarios, la familia Gallardo, habilitaron en el sótano un elegante salón de estilo germánico sin precedentes en la ciudad: un espacio decorado con frescos de temática marina y un gran letrero en alemán “Zum Lustigen Walfisch” (que significa “La Ballena Alegre”). 

El pintor Hipólito Hidalgo de Caviedes fue el autor de esos murales vanguardistas, con ballenas sonrientes, sirenas y escenas de pesca que daban al salón un aire de bodega de barco ballenero. La cuidada ambientación —faroles náuticos, un pequeño velero colgando del techo y un espejo reflejando un viejo reloj de péndulo entre las olas pintadas— confería al lugar un encanto burgués y mágico que atrajo a muchos tertulianos desde el principio.

Desde su inauguración, el Café Lion acogió diversas tertulias literarias e ideológicas. En ese sótano de la Ballena Alegre comenzaron a reunirse jóvenes intelectuales de derecha descontentos con la política republicana. Pedro Mourlane Michelena –un veterano periodista oriundo de Irún– fue uno de los primeros animadores de la tertulia, a la que también acudían escritores como Rafael Sánchez Mazas o José María Alfaro antes de que José Antonio Primo de Rivera se incorporase en octubre de 1932.


Desarrollo y auge de «La Ballena Alegre» (1933-1936).

Los participantes de La Ballena Alegre mantenían largas veladas discutiendo sobre literatura, filosofía, historia de España y, cada vez más, sobre la problemática política del momento: la crisis de la República y el auge de los extremismos. 

Aunque José Antonio Primo de Rivera era el líder político del grupo, La Ballena Alegre “no fue jamás una tertulia política al uso”, sino más bien un círculo de escritores y artistas de afinidad falangista al que cualquiera era bien recibido. De hecho, José Antonio –abogado de formación y hombre de gran cultura– gustaba de debatir de forma intelectual. Así, en la Ballena Alegre se alternaban las discusiones estéticas (poesía, filosofía, corrientes literarias) con las discusiones políticas (patria, orden social, anti-marxismo). La ironía y oratoria de José Antonio, así como el ingenio sarcástico de Agustín de Foxá o Víctor de la Serna, amenizaban las tertulias, salpicadas de anécdotas y humor, aunque subyacía la gravedad de la situación nacional.

La tertulia seguía conviviendo en el café con sus “rivales” ideológicos: no era raro que al subir a la barra del Lion, un falangista de la Ballena se cruzara con algún poeta de izquierdas de la tertulia de arriba (Miguel Hernández, Pablo Neruda o el propio Lorca) e intercambiaran miradas desafiantes o pullas sarcásticas. “Se percibía una gran tensión cuando cualquiera de los integrantes de esta tertulia se cruzaba con poetas como Hernández o Lorca”, relataría un testigo de la época. Aun así, esa coexistencia pacífica en el Lion continuó hasta que la polarización política llegó a un punto crítico.


Contenido y debates en la tertulia.

No todo, sin embargo, era política. La tertulia tenía un fuerte componente literario y cultural. Varios miembros (Foxá, Montes, Sánchez Mazas) eran escritores de vocación y traían poemas, novelas o ensayos para comentar. Se hablaba de literatura clásica española (Quevedo, Cervantes) con la misma pasión que de poesía contemporánea o de corrientes artísticas europeas. También se discutía sobre religión, filosofía (influencias de Ortega y Gasset o de Charles Maurras). 

Pero al decir de los propios participantes, nunca se exigió una adhesión absoluta: “no se pedía a nadie una determinada profesión de fe ni afiliación a partido alguno”, recordó Tomás B. Gistau refiriéndose al ambiente abierto de La Ballena. 

Esa atmósfera relativamente plural hacía que los temas de debate pudieran oscilar desde la poesía de Lorca hasta la política. En palabras de Fanny Rubio, en aquellos cafés “se hablaba de cultura, poesía e, incluso, se vivía la pasión política… se cambiaba la dirección del mundo”

Así, La Ballena Alegre representó la mezcla muy española de tertulia literaria y tertulia conspirativa, con chistes y versos en una mano y proclamas y cánticos en la otra.



Citas y testimonios contemporáneos.

Varios testimonios de la época (o poco después) nos han transmitido retazos vivos de lo que fueron aquellas reuniones en La Ballena Alegre. A continuación se recogen algunas citas ilustrativas:

    • Jacinto Miquelarena, periodista, describió la tensa tranquilidad que reinaba entre grupos ideológicamente opuestos en el Café Lion: “Antes de la Guerra Civil, republicanos y falangistas compartían el mismo espacio del café Lyon en aparente vecindad benévola, si bien los revólveres permanecían ocultos, pero a mano, en los bolsillos sobaqueros de los gabanes”. Esta frase pintoresca –revólver al cinto pero conversación educada– se ha vuelto célebre al evocar el clima del Madrid preguerra.

    • Tomás Borrás Gistau, escritor y contertulio, rememoró el origen de la tertulia e insiste en que “La Ballena Alegre no fue jamás una tertulia política estricta... fue una reunión de escritores y artistas donde se recibía cordialmente a todo el mundo y no se pedía a nadie una determinada profesión de fe”. Este testimonio subraya el carácter abierto y cultural de la peña, a pesar de su orientación ideológica.

    • Pepín Bello, amigo de Lorca y miembro de la Residencia de Estudiantes, aportó décadas después un valioso testimonio sobre la amistad entre José Antonio y Federico García Lorca en el Lion. En entrevistas recogidas por David Castillo, Bello contó: “Todos los viernes cenaban juntos José Antonio y Federico, ya que eran buenos amigos”. Este recuerdo, corroborado por otros, humaniza a los protagonistas y demuestra que la tertulia del Lion también fue un espacio de encuentro personal más allá de las trincheras políticas.

    • Agustín de Foxá, aunque noveló los hechos en Madrid, de Corte a Checa, dejó plasmado literariamente el ambiente bohemio de La Ballena Alegre. Describe a José Antonio rodeado de amigos como Sánchez Mazas, Alfaro o Ridruejo en un “sótano alegre” decorado con motivos vascos donde planifican componiendo un himno entre bromas.

Estos testimonios de primera mano (o de pocos años después) permiten imaginar con viveza la atmósfera de La Ballena Alegre: la mezcla de camaradería juvenil, fervor patriótico y café contertulio en un Madrid que se encaminaba al abismo.


Iconografía de «La Ballena Alegre».

Aunque no se conservan fotografías de los contertulios en plena tertulia (al menos no se conocen imágenes públicas del grupo reunido), sí disponemos de referencias visuales del propio espacio físico de La Ballena Alegre. El salón del sótano era en sí mismo todo un personaje, con su decoración característica que dio nombre a la tertulia.

Fotografía: Memorialdemadrid.es

Uno de los elementos icónicos eran los murales pintados por Hipólito Hidalgo de Caviedes. En ellos destacaba una gran ballena sonriente surcando olas estilizadas, flanqueada por sirenas y motivos marineros. En la escalera de acceso al sótano podía leerse, integrado en la pintura, el rótulo “Zum Lustigen Walfisch” en letras góticas, acompañado de figuras alegóricas. Esta imagen de la ballena alegre se convirtió en el emblema oficioso del lugar.

Los frescos, de estilo art déco tardío, usaban colores planos y motivos «naif» para crear una atmósfera entre lo infantil y lo onírico. El techo bajo y las luces cálidas reforzaban la sensación de cripta acogedora, casi secreta, donde los tertulianos se sentían como en la bodega de un barco navegando entre ideas.

Además de los murales, el local contaba con mobiliario funcional: largos bancos corridos tapizados adosados a la pared, mesitas de mármol estrechas y sillas sencillas de madera. No era especialmente amplio, pero sí suficientemente espacioso para acomodar a una veintena larga de personas. En las fotografías de la época se aprecia la disposición rectangular del salón, con los murales dominando la vista y, al fondo, un pequeño escenario o hueco. Ese decorado tan peculiar causó sensación en 1931 por su modernidad, llegando a aparecer en revistas de la época como Cortijos y Rascacielos.

Hoy en día, sorprendentemente, se conservan los murales originales de La Ballena Alegre. El local del Café Lion existe todavía, reconvertido desde finales de los 90 en un pub irlandés (The James Joyce Pub). Los frescos de Hidalgo de Caviedes han sido restaurados y se mantienen en las paredes. Ver esos dibujos de sirenas y ballenas polícromas hoy, casi 95 años después, produce un cierto escalofrío histórico: son testigos mudos de las conversaciones apasionadas que tuvieron lugar bajo su mirada. Son, en definitiva, la iconografía visual asociada a la tertulia –tanto que el propio nombre “Ballena Alegre” proviene directamente de esas pinturas– y han acabado por simbolizar todo un capítulo de la memoria cultural madrileña.


2. Participantes en la tertulia La Ballena Alegre del Café Lion.

Contexto y participantes de La Ballena Alegre.

Entre los participantes habituales de La Ballena Alegre figuraban Agustín de Foxá, Rafael Sánchez Mazas, Dionisio Ridruejo, José María Alfaro, Víctor de la Serna, Eugenio Montes, Jacinto Miquelarena, Pedro Mourlane Michelena y Alfredo Marqueríe, todos ellos de la denominada «Corte Literaria de José Antonio».

A esta lista se suman otros nombres menos literarios pero presentes en aquellas veladas, como el pintor Alfonso Ponce de León y el diplomático musicólogo Luis de Urquijo. 

A continuación se presenta una relación detallada de cada uno de los principales escritores de la tertulia –su biografía y una reseña de su obra más representativa–, para comprender su perfil intelectual y legado literario en el contexto de aquella España convulsa de preguerra:


Agustín de Foxá (1906–1959).

Biografía.

Agustín de Foxá y Torroba, noble madrileño (tercer conde de Foxá y marqués de Armendáriz), fue un diplomático, periodista, poeta y novelista destacado de su generación. Educado en Derecho, ingresó en la carrera diplomática en 1930 y sirvió en legaciones como Bucarest, Roma, Helsinki o Buenos Aires. 

Imagen: RAHistoia
Foxá fue amigo personal de José Antonio Primo de Rivera e integrante principal del círculo intelectual que le rodeaba. Asistía cotidianamente a La Ballena Alegre, formando parte del grupo de poetas y escritores que allí se reunía. De hecho, Foxá colaboró en la creación de la letra de «Cara al sol» junto a Sánchez Mazas, Eugenio Montes, Miquelarena, etc., aportando su ingenio poético al himno que se gestó en la famosa cena del restaurante Or-Kon-Pan en 1935. 

Tras la contienda continuó su carrera diplomática ocupando destinos clave. Fundó revistas como Legiones y Falanges en Roma, donde colaboraron también intelectuales jóvenes como Camilo José Cela e ingresó en la Real Academia Española en 1959, poco antes de su fallecimiento, aunque no llegó a tomar posesión.

Obra más representativa: Madrid, de corte a checa (1938).

La obra cumbre de Agustín de Foxá es sin duda su novela "Madrid, de Corte a checa", publicada en plena Guerra Civil (1938). Se trata de una novela que ha pasado a la historia como una de las grandes narraciones sobre el conflicto. Escrita “al calor de los acontecimientos” durante 1936-37, cuando Foxá se hallaba en Salamanca, la novela recrea los últimos meses del Madrid republicano desde la perspectiva de un joven falangista, José Félix, en quien el autor vuelca rasgos autobiográficos. Madrid, de Corte a checa destaca por su estilo ágil y brillante, mezcla de lirismo e intención documental. La crítica ha subrayado su gran poder de síntesis lírica, capaz de resumir situaciones dramáticas en frases de intenso colorido. A nivel temático, la novela es una denuncia rotunda de la realidad del Madrid en el periodo republicano del Frente Popular, mostrando las persecuciones y el caos en la retaguardia republicana. 

La novela posee innegables valores literarios: Foxá despliega un dominio notable de la metáfora y una fina ironía aristocrática incluso al describir horrores, imprimiendo a la narración un tono entre épico y sarcástico. No en vano, la obra fue pronto considerada “una de las mejores novelas de la primera mitad del siglo XX” en España dentro de su género. Madrid, de Corte a checa se reconoce hoy como testimonio histórico-literario de primera mano sobre la Guerra Civil. En definitiva, esta novela representativa de Foxá conjuga el refinamiento estilístico del dandy cultivado que él era, ofreciendo al lector un fresco vibrante de un Madrid sumido en la violencia revolucionaria.


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