domingo, 22 de julio de 2012

Monumentos conmemorativos de carácter militar en Madrid




Fuente: Revista de Historia Militar. Número extra 2008.
Autor: Francisco José Portela Sandoval.

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Daoíz  y Velarde

Imágen: wikipedia
El monumento más antiguo dedicado en Madrid, y también en España entera, a un personaje de condición militar fue el que, en honor de los capitanes Daoíz y Velarde, se alzó delante del cuartel de Monteleón. Modelado primero en yeso, según refiere el escultor Antonio Solá en carta enviada en 1822 al rey Fernando VII desde la Ciudad Eterna, el grupo fue pasado a mármol de Carrara en Roma en 1830 a expensas del Arma de Artillería, si bien la idea ya había sido formulada en las Cortes de Cádiz. Llegada la obra a Madrid al año siguiente, no fue instalada en la Plaza de la Lealtad, como dispusiera Fernando VII, sino ante la fachada del Museo del Prado, desde donde pasó en 1846 al Parterre del Retiro y, más tarde, regresó al entorno del Museo. Y así, en un continuo ir y venir fueron pasando los años con su emplazamiento en 1869 en el cruce de las calles Carranza y Monteleón para quedar situado de nuevo ante el Museo del Prado desde 1879, aun cuando el pueblo madrileño solicitaba que fuera emplazado delante del cuartel de
Monteleón. En 1901, el Ayuntamiento ordenó su ubicación a la entrada de la posesión real de La Moncloa, cerca de la actual Escuela Superior de Ingenieros Navales en la Ciudad Universitaria, y allí permaneció hasta que, en 1932, fue trasladado a la plaza del Dos de Mayo, en donde todavía se mantiene, instalado ahora ante el reconstruido arco del antiguo edificio militar. Los dos oficiales, el sevillano Luis Daoíz Torres y el santanderino Pedro Velarde y Santillán, unen sus manos en ademán de defender a la Patria mostrando una actitud clásica que agradó mucho cuando el conjunto fue expuesto en Roma antes de su envío a España. Los héroes recordaban con sus gestos el grupo arcaico griego de Los tiranicidas, obra de Critios y Nesiotes,
el cual permite asociar lo griego con la idea de la libertad en razón de haber sido Grecia la cuna de la democracia, habiéndose convertido por ello en referencia obligada a la hora de monumentalizar ideas como el sacrificio de la propia vida.

Mapa: https://maps.google.es/maps/ms?msid=206408480816122145223.0004c56e59bca5956e79d&msa=0&ll=40.427729,-3.704002&spn=0.002332,0.003449&iwloc=0004c56e5f696e0f1192f

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El obelisco de la Plaza de la Lealtad

Fuente: Wikipedia
Si bien el Ayuntamiento ya había convocado en 1821 un concurso que ganó el arquitecto Isidro González Velázquez, no fue hasta 1839 cuando se acometió la hechura de un gran monumento en la misma plaza de la Lealtad que había sido escenario de trágicos sucesos durante la lucha contra el invasor francés. Sirviéndose de la tipología arquitectónica del obelisco, siempre vinculado a lo funerario, el conjunto, construido en granito e inaugurado en 1840, está decorado con unas representaciones escultóricas que, talladas en piedra caliza de Colmenar, siguen los modelos suministrados por Esteban de Ágreda en 1823; así, la Constancia fue realizada por el riojano Francisco Elías Vallejo; el asturiano Francisco Pérez del Valle hizo la estatua
del Patriotismo, que, en forma de musculoso joven alado, parece ser la mejor del conjunto conmemorativo; el madrileño Sabino de Medina Peñas se ocupó de la imagen de la Virtud y el cordobés José Tomás y Genovés se encargó de la representación del Valor en forma de desnudo varonil, así como de hacer para la parte posterior un grandioso león con el escudo de España y un pequeño genio. Por su parte, a Diego Hermoso le correspondieron unas coronas de laurel y el escudo de Madrid, así como el medallón con los bustos de Daoíz y Velarde, cuyos restos se encuentran depositados en este lugar. 
En el lado izquierdo aparece la inscripción: «A LOS MÁRTIRES/DE LA INDEPENDENCIA ESPAÑOLA/ LA NACIÓN AGRADECIDA./CONCLUIDO POR LA M. H. VILLA DE MADRID/ EN ELAÑO 1848», mientras que en el lateral contrario reza: «LAS CENIZAS/ DE LAS VÍCTIMAS DEL 2 DE MAYO DE 1808/ DESCANSAN EN ESTE CAMPO DE LEALTAD/ REGADO CON SU SANGRE/ ¡HONOR ETERNO AL PATRIOTISMO!. En la parte trasera se añadió: «TENIENTE
RUIZ MENDOZA/ 1808-1909».
Mapa: https://maps.google.es/maps/ms?msid=206408480816122145223.0004c56e59bca5956e79d&msa=0&ll=40.421207,-3.699389&spn=0.020028,0.027595


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El marqués del Duero

Un gran salto en el tiempo nos conduce hasta la etapa de la Restauración alfonsina, cuando en 1883 se decidió convocar el concurso público para llevar a efecto el monumento dedicado al marqués del Duero, a partir del cual la serie de piezas fue ya casi continua, constituyendo un momento áureo, en especial para la escultura ecuestre.
Erigido por suscripción nacional y con un coste de más de 140.000 pesetas, el monumento fue situado en la actual plaza de Gregorio Marañón según acordara el Ayuntamiento en 1883 en homenaje al general Manuel Gutiérrez de la Concha, verdadero símbolo de la lucha contra el carlismo. La ceremonia de inauguración tuvo lugar el 27 de junio de 1885, justo cuando se cumplían once años de la muerte del militar.

Foografía:  http://www.esculturaurbana.com

Se alza sobre un pedestal, que, en su día, estuvo protegido por una verja de hierro, y en cuyo cuerpo principal luce en el frente la inscripción: «ALCAPITAN GENERAL/ MARQUES DEL DUERO» y en los laterales hay sendos relieves de bronce entre pilastras: el del lado izquierdo muestra la llegada a Oporto cuando en 1847 acudió en auxilio de la reina portuguesa María Gloria, habiendo logrado la rendición de los sublevados sin necesidad de mantener combate, por lo que le fue concedido el marquesado del Duero con grandeza de España; y el del lateral opuesto presenta el momento en que, siendo jefe del Ejército del Norte, cayó herido y falleció en 1874 en la batalla de Monte Muro (Navarra) cuando trataba de tomar Estella durante la tercera guerra carlista. Ambos relieves, de intenso sentido narrativo, vienen siendo adjudicados al escultor Pablo Gibert. 

Mapa

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El general monta un caballo de elegante silueta, que, con cierta intención naturalista, flexiona las patas traseras a diferencia del rígido academicismo dominante en la época, lo que aporta cierto brío al corcel. El militar señala con el brazo derecho la dirección a seguir por sus tropas, en tanto que sujeta las bridas con la mano izquierda. Viste uniforme de general, cubierta
la cabeza con el ros y con la espada al cinto, mostrando las botas muy arrugadas, todo trabajado con extraordinaria minuciosidad como corresponde al realismo imperante en el momento en este tipo de creaciones dominadas por el historicismo, si bien tal vez el rostro peque de cierta carencia de vitalidad  interior. Modelada la estatua por el escultor tarraconense Andrés Aleu Teixidó, fue pasado a bronce en la Fundición de Artillería de Sevilla con el material de cañones ya inservibles que habían sido utilizados en las campañas de África y que cedió el Estado.


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El general Espartero

Alzado en la bifurcación de las calles Alcalá y O’Donnell, aunque en un principio se planeó colocarlo en la glorieta de Atocha, la hechura del monumento dedicado al general Espartero fue aprobada por el Ayuntamiento en 1884, si bien no fue inaugurado hasta el 14 de noviembre de 1886. Obra del
tarraconense Pablo Gibert y Roig, discípulo del anterior Andrés Aleu, con quien ya había colaborado en 1885 en el monumento al marqués del Duero, el dedicado a Espartero se levanta sobre un pedestal rectangular de piedra caliza con la dedicatoria en letras de bronce en la parte delantera: «A/ ESPARTERO/
EL PACIFICADOR/ 1839/ LA NACIÓN AGRADECIDA». A los lados hay dos relieves con las escenas de «La batalla del puente de Bolueta » y «El abrazo de Vergara», firmadas en la parte inferior y trabajadas
en varios planos para sugerir profundidad.
Espartero Madrid (España)2.jpg
Fotografía:  http://es.wikipedia.org/wiki/Estatua_de_Espartero_(Madrid) 
El basamento remata en una cornisa sobre la que se alza la broncínea figura ecuestre del militar, rígido sobre la montura con su vestimenta de gala de capitán general, luciendo en el pecho una banda y distintas condecoraciones y al cuello, el Toisón de Oro, todo trabajado con delicado tratamiento del uniforme y del bicornio, que sostiene con la mano derecha en bajo al tiempo que sujeta con la izquierda las riendas del caballo y la bengala de mando. El aspecto del general es como de desfile triunfal –casi más de auténtica
exhibición– sobre la elegante figura del equino, en la que cabe advertir ciertos ecos de los caballos del Renacimiento y el Barroco en la actitud de marchar al paso. En la parte derecha de la base de la estatua puede verse la firma del escultor y el año 1885 y en la izquierda, la mención de que fue realizado en la fundición Comas Hermanos de Barcelona. Del monumento hay otra versión, con algunas diferencias, en la plaza del Espolón de Logroño.
Baldomero Fernández Espartero (Granátula de Calatrava (Ciudad Real), 1793-Logroño, 1879), de origen modesto, participó en todos los conflictos bélicos de su época, consiguiendo poner fin a la guerra civil –durante la que le fueron concedidos el condado de Luchana y el ducado de Morella– mediante el Convenio de Vergara en 1839, por lo que fue nombrado duque de la Victoria. Presidente del Consejo de Ministros y hasta Regente durante la minoría de Isabel II, fue apartado del poder en 1856. Más tarde, Amadeo de Saboya le otorgó el título de Príncipe de Vergara e Isabel II le concedió el Toisón.


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El teniente Ruiz


Fotografía: wikipedia
Una de las obras que goza de extraordinaria popularidad entre los madrileños es el monumento dedicado al teniente Ruiz. Concebida su realización por los profesores de la Academia General Militar Pedro Berenguer y José Ibáñez Marín, fue muy bien acogida por el entonces ministro de la Guerra, general Cassola, por lo que se creó una comisión promotora presidida por el general Martínez Campos. Sufragado por suscripción patrocinada por el Centro del Ejército, que pronto se extendió a todos los miembros de la milicia, especialmente del arma de Infantería, la obra fue encargada al entonces joven escultor Mariano Benlliure por el precio acordado de 80.000 pesetas, que incluían la hechura del pedestal y de la figura, menos el bronce, que sería aportado por el Gobierno.



El artista, que había presentado el modelo en yeso en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1890, entregó la obra en el plazo previsto, por lo que, tras ser colocada la primera piedra en 1891, el monumento fue inaugurado el siguiente 5 de mayo por el general Martínez Campos representando al Gobierno, acompañado de varios ministros, Ayuntamiento madrileño y familiares del heroico oficial. Como emplazamiento se escogió el centro de la Plaza del Rey, donde estuvo rodeado por una verja, pero la construcción de un estacionamiento subterráneo obligó a su actual ubicación en un lateral, lo que le privó de cierta integración en el ambiente y de una mejor perspectiva de conjunto.



El pedestal, compuesto por unas gradas de mármol negro veteado de blanco de Vizcaya, un hexágono de mármol rojo de Sigüenza, y más arriba, un pedestal cilíndrico de mármol gris de Carrara, está formado por un cuerpo bajo de planta cuadrada, en cuya parte trasera aparecen dos banderas de bronce cruzadas sobre los escalones; sigue otro cuerpo cuadrado con un relieve en cada uno de los lados, rematando en los ángulos con un cañón de bronce, en cada uno de los cuales puede leerse: «CARLOS IV/ 1798»; y en la cornisa de remate cuatro placas de bronce: «LEALTAD, ABNEGACIÓN,FORTALEZA, PATRIOTISMO»; en el frente, una lápida de mármol blanco –antes rodeada de una corona de laurel de bronce cubierta de crespones que caían sobre el pedestal– reza: «A/ JACINTO/ RUIZ/ TENIENTE/ DE/ INFANTERÍA » y en la parte opuesta, puede leerse: «EL/ EJERCITO/ ESPAÑOL/ A UNO DE SUS/ HEROES/ II DE MAYO/ MDCCCXCI». En los otros dos lados del pedestal hay sendos relieves de bronce con la defensa del Parque de Monteleón frente a las tropas francesas de los generales Lefranc y Legrange y el momento en que el teniente Ruiz, ya mortalmente herido, es retirado a hombros de soldados y chisperos; firmados ambos por el escultor valenciano en Roma, son dos escenas de acusado sentido narrativo en las que se sugiere la profundidad a través de diversos planos.

En lo alto se yergue la figura broncínea (2,60 m. de altura) del teniente Jacinto Ruiz y Mendoza (Ceuta, 1779-Trujillo (Cáceres), 1809), fallecido a causa de las graves heridas sufridas el año anterior. De pie y con el cuerpo hacia adelante, viste uniforme de Infantería –pertenecía al Regimiento de Infantería de Voluntarios del Estado– y muestra el brazo izquierdo levantado y el sable empuñado en la diestra en actitud de animar a las tropas, resultando una figura un tanto dinámica y, a la vez, dramática. Salta a la vista, como ha indicado el profesor Reyero, cierto parecido formal con la famosa estatua que el francés Rude hizo del mariscal Ney en París. Con uno de los pies, el oficial pisa una enorme granada de cañón y bajo el otro, hay restos de una puerta, piedras, cascos de granada, trabucos y fragmentos de armas, figurando, a la izquierda, la firma del artista y la fecha de realización (1891), mientras que en el lateral derecho consta que fue ejecutada en la reputada Fundición Aquiles Crescenzi de Roma.

MAPA




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El marqués de Santa Cruz



En 1888 se pensó en la erección de un monumento dedicado a don Álvaro de Bazán, marqués de Santa Cruz, con ocasión de cumplirse el tercer centenario de la muerte del almirante; levantado por suscripción publica, la primera piedra fue colocada el 4 de mayo de 1891, aunque no fue inaugurado hasta el siguiente 19 de diciembre en presencia de la Reina Regente Doña María Cristina de Habsburgo y con honores militares rendidos por representantes de los Cazadores de Puerto Rico, Infantería de Marina y Armada.
Elemento ornamental destacado de la Plaza de la Villa, la figura se alza sobre un esbelto pedestal diseñado por el arquitecto Miguel Aguado en mármol gris de Sierra Elvira: base escalonada y alto cuerpo con distintas molduras, rematando en cornisa decorada con flechas y ovas. Antaño rodeada de una sencilla verja de hierro y ahora un tanto desvirtuada por una exagerada acumulación floral, al parecer el basamento tuvo decoración de anclas, delfines –en los ángulos del pedestal– y símbolos marinos de bronce, que han desaparecido.




Fotografía: wikipedia
En el frente, antes dentro de una corona de bronce hoy perdida, figura la inscripción:
«A/ DON/ ALVARO/ DE/ BAZAN»; y en la parte posterior, unos versos de Lope de Vega: «EL FIERO TURCO, EN LEPANTO;/ EN LA TERCERA, EL FRANCÉS;/ Y EN TODO EL MAR, EL INGLÉS,/ TUVIERON DE VERME ESPANTO./ REY SERVIDO Y PATRIA HONRADA,/ DIRAN
MEJOR QUIEN HE SIDO,/ POR LA CRUZ DE MI APELLIDO/ Y POR LA CRUZ DE MI ESPADA./ MDCCCXCI. LOPE DE VEGA».


Sobre el pedestal se alza la estatua (tres metros de altura) de bronce del ilustre marino, que fue modelada por Mariano Benlliure en 1891, apareciendo en el lado opuesto la indicación de la Fundición Crescenzi de Roma, en la que el escultor valenciano pasó varias obras a material definitivo, habiendo ascendido su coste a 70.000 pesetas. Don Álvaro de Bazán, con mirada enérgica, viste media armadura y luce la banda de general, portando en la mano diestra la bengala de mando y apoyando la otra en el pomo de la espada; a los pies, en el suelo aparece un yelmo y una bandera turca con la media luna en la punta del asta, a la que está pisando. Al tiempo que el rostro refleja la inteligencia del ilustre soldado, no exento de cierta altivez, telas y metales ilustran con claridad las excelentes dotes del escultor valenciano para obtener calidades. El primer marqués de Santa Cruz de Marcenado, título concedido por Felipe II, fue uno de los más destacados marinos españoles, habiendo participado en la batalla de Lepanto al frente de una escuadra de reserva. Capitán general de las galeras españolas, cargo que ya había ostentado su padre, tras la campaña de Portugal alcanzó a ser capitán general de la Mar Océana.



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