domingo, 30 de julio de 2017


Los Trubia - Naval.

Guerra Civil (II): Bando Republicano


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En 1936 seguían operativos cuatro carros Trubia 75 serie A. Tres pertenecían al Regimiento de Infantería Milán nº 31 de Oviedo y otro estaba depositado en la fábrica nacional de Trubia.

    Esta fábrica pasó a manos del frente popular. Los carros Trubia junto con un tractor Landesa sobre el que se colocó un blindaje de circunstancias, combatieron en la defensa de Oviedo asediado por el Ejército Nacional.

 
Imagen: http://www.hobbiesguinea.com/product_info.php?products_id=16356
El 10 de septiembre tomaron parte en el ataque contra las posiciones de la Loma de las Cruces y de la Loma del Canto, en las laderas del Naranco, quedando los dos averiados en el combate al quemarse los embragues, seguramente por la inexperiencia de los conductores. Fueron remolcados para proceder a su reparación que nunca se llevó a cabo acabando aquí sus andanzas en la guerra.

    Los tres carros del Regimiento Milán corrieron distinta suerte pasando a formar parte del Ejército Nacional. Una vez establecido el cerco de la ciudad los sitiadores pusieron en marcha el carro 4 pero lo perdieron en su ataque del 10 de septiembre.

    Los otros tres participaron el 22 de agosto en un ataque donde fue destruido el número 2. Los dos restantes se desguazaron al concluir la guerra en esa zona.

    Sin embargo, los vehículos diseñados en Trubia seguirían desempeñando un papel en otra zona de operaciones. A comienzos de agosto de 1936 llegó a Bilbao, procedente de Trubia, el Capitán D. Ignacio Cuartero Larrea para estudiar las posibilidades de la industria de guerra vasca.

    Nombrado director de las fábricas de este tipo existentes en Vizcaya, se hizo cargo de la producción de blindados en la Sociedad Española de Construcción Naval de Sestao, que contaba ya con experiencia en automoción (producía bajo licencia autobuses y camiones SOMUA además de la autoametralladora denominada carro blindado Bilbao (modelo 1932).

    Inicialmente, se blindaron allí camiones comerciales y aprovechando las posibilidades de sus instalaciones y la experiencia de su personal y del Capitán Cuartero, quien sería posteriormente fusilado por los nacionales, recibió luz verde la fabricación de carros de combate. Con tal motivo fue recogida y estudiada la documentación que había en Trubia relativa a este tipo de ingenios (sobre todo el proyecto del carro ligero de Infantería que había sido presentado en enero de 1936 y que el inicio de la guerra truncó).

El vehículo básico elegido fue el tractor Landesa (fabricado por el Comandante del mismo nombre, que había pasado al bando nacional), adquirido por el Ejército en número de ocho para el Grupo de Artillería Antiaérea nº 1. Así, el denominado carro Trubia-Naval o carro ligero para Infantería modelo 1936 (de esta forma aparece en la documentación técnica y nunca Euskadi como se ha citado en numerosas ocasiones), tenía el mismo tren de rodaje que el de los carros Trubia 75 serie A pero con un motor diesel MAN D-0530, de 75 cv., del que por aquel entonces había una partida disponible.

    Era una versión aligerada del Trubia y se fabricó entre 1936/37. Estaba armado con un cañón y su peso era de 4,5 Tm. El motor, que algunas veces llegó a montársele uno de avión, y el tren de rodaje eran bastante deficientes.

    Este segundo Trubia, también conocido como Trubia Naval (por la conocida factoría La Naval, en Reinosa, (donde fue construido), era de dimensiones mucho menores que su antecesor (3,55 x 1,70 x 1,85) y con un peso de sólo 5,5 toneladas, hacía correcta su denominación popular de "carro de juguete".

    El chasis contaba con dos bastidores sobre los que se montaban el resto de los elementos del carro, al igual que en el fabricado en 1936. En cuanto a la barcaza, su blindaje constaba de dos láminas de chapa diferentes constituyendo el primer ejemplo de lo que se podría denominar blindaje espaciado. Este consistía en una chapa exterior de 13 milímetros y otra interior de 3 mm. sirviendo esta disposición para detener los proyectiles de fusil o como mínimo alterar su trayectoria.

    La disposición interior en la cámara de combate era bastante incomoda, el conductor y el sirviente de la ametralladora delantera se situaban en la parte de proa y el Jefe de Carro en una torre giratoria provista con una segunda ametralladora. El armamento consistía en las dos amenazadoras citadas, modelo DT de 7,62 milímetros. o Lewis de 7 mm., instaladas en rótulas con una dotación de 160 cargadores, con un total de 9.600 cartuchos. Sin embargo, no eran del todo eficaces pues tan sólo una de las ametralladoras era realmente operativa por su giro de 360 grados. No existía la posibilidad de montar un cañón, o por lo menos no se contempló en el proyecto original, tal vez debido al poco espacio disponible tanto para el tubo como para la munición.

    En referencia al número de carros fabricados se puede decir que se preparó la construcción de una primera serie de veinte, si bien en las plantillas del Ejército del Norte en julio de 1937 estaba previsto llegar hasta los 45 para crear tres Compañías. Lo que sí es cierto es que la evaluación de los cinco primeros entregados tuvo lugar en abril de 1937, según un documento del Batallón mixto de autos blindados y carros de asalto de Euskadi en el que se da cuenta de las pruebas efectuadas.

    Las conclusiones extraídas fueron los siguientes:

- Se observó que el motor era de pequeña potencia considerándose que era conveniente aumentar la misma a 120 ó 130 caballos o bien variar el diferencial

- La cadena no se adhiere al terreno lo suficiente, observándose que resbalan mucho los carros en pendientes muy pequeñas sobre todo con terrenos húmedos.

- Las defensas de las cadenas son muy bajas, quedándose el carro en depresiones del terreno o trincheras y no pudiendo librarse de ellas por sus propios medios.

- La capacidad del carro es muy pequeña. Tanto, que a duras penas cabe su tripulación, principalmente el ametrallador de la Lewis que ha de adoptar una posición tan molesta que sólo puede soportarla durante poco tiempo y dificulta su observación para el tiro.

    Los vehículos terminados, aproximadamente dieciséis, participaron en la campaña de Vizcaya, hasta la caída de Bilbao y posteriormente en Santander donde unos nueve fueron capturados.

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