lunes, 21 de octubre de 2024

La "Conspiración del Triángulo".

La "Conspiración del Triángulo" ocurrió en febrero de 1816. Fue un intento fallido, de secuestrar o asesinar a Fernando VII con el propósito de restaurar la Constitución de 1812, en un tiempo marcado por la represión hacia los movimientos liberales que siguió al retorno del absolutismo.

Fue urdida con la implicación de una sociedad secreta vinculada a la masonería, bajo el liderazgo del abogado y militar valenciano procedente de la guerrilla, Vicente Richart. En un principio, el plan consistía en secuestrar al rey en un burdel y, acto seguido, proclamar la Constitución de 1812. Sin embargo, los conspiradores decidieron cambiar de táctica: la idea ahora era asesinar a Fernando VII durante uno de sus paseos nocturnos cerca de la Puerta de Alcalá. En esas veladas, el rey solía estar acompañado por su fiel servidor Pedro Collado, apodado "Chamorro", un antiguo aguador de la Fuente del Berro que había conocido en un lupanar, y por el duque de Alagón.

Fernando VII, frecuentaba a una meretriz andaluza conocida como "Pepa la Malagueña". Fue precisamente el humilde cubículo de Pepa, en la calle Ave María, el escenario elegido por los liberales para ejecutar su plan. Sin embargo, dos sargentos de marina, delataron la trama, y así la red se deshizo. Vicente Richart y varios de sus colaboradores fueron arrestados por el capitán Rafael Morales, que se encargó de desarticular el complot y capturar a unos cincuenta sospechosos más.

Richart y su cómplice, el barbero Baltasar Gutiérrez, fueron ahorcados en la Plaza de la Cebada de Madrid el 6 de mayo de 1816. Tras la ejecución, sus cabezas fueron decapitadas y expuestas en la picota situada en el camino de Vicálvaro, un lugar de paseo habitual para la aristocracia madrileña de la época, donde la visión de las cabezas clavadas servía como un macabro recordatorio del precio de la traición.

El nombre de la conspiración se deriva de la estructura organizativa utilizada: los conspiradores operaban bajo un esquema de triángulo, donde cada miembro solo conocía a tres personas dentro de la red. Esta estructura limitaba la cantidad de información que podía ser divulgada en caso de arresto y ofrecía un aire de misterio y secreto que era común en las sociedades clandestinas de la época, muchas de ellas vinculadas a movimientos liberales. Aunque algunos de los participantes eran masones, la conspiración no fue exclusivamente un complot masónico.

El autor Ezequiel Ignacio García-Municio de Lucas, en su tesis *Militares y Masonería*, analiza con gran detalle la conexión entre los militares liberales y las logias masónicas en España, ofreciendo una visión profunda de cómo estas organizaciones influyeron en los movimientos liberales de la época.

Fuentes

jueves, 17 de octubre de 2024

Pasó en la revuelta de El Raisuni de 1913. Ascenso de Gonzalo Queipo de Llano a teniente coronel por méritos de guerra.

Ascenso de Gonzalo Queipo de Llano a teniente coronel por méritos de guerra.

En la madrugada del 7 de julio de 1913, las fuerzas de El Raisuni se preparaban para atacar Alcazarquivir. La misión: secuestrar al bajá El Ermiki, un aliado valioso para España, y a su sobrino, el caíd Melali. En aquel rincón convulso del norte de África, las alianzas eran tan efímeras como esenciales.

Entre las Unidades españolas que respondieron al ataque se encontraba la del comandante Gonzalo Queipo de Llano. Era un hombre curtido en numerosas acciones con el Grupo de Caballería de Larache. Ordenó a sus hombres levantarse en el acto; la noche era su aliada y la caballería se convirtió en la punta de lanza de la respuesta. Partieron del campamento con premura, mientras la infantería del Regimiento de Covadonga mantenía al enemigo a raya, resistiendo con firmeza y brindando una cobertura indispensable para la maniobra de Queipo.

El comandante ejecutó un ataque por la retaguardia. Los atacantes no tuvieron otra opción que dispersarse y huir ante la arremetida. Sin embargo, la calma fue efímera. Otra harka enemiga, al percibir el caos lanzó un nuevo ataque sobre el poblado. Queipo de Llano, sin una sola vacilación, espoleó a sus hombres para cargar una vez más. La segunda fuerza enemiga fue rechazada y el comandante ordenó el repliegue hacia Alcazarquivir. 
Pero algunos de sus hombres, desmontados y en una situación precaria, necesitaban ser rescatados. Queipo, sabiendo que no podía abandonarlos, condujo a sus hombres en una tercera carga para salvarlos del acoso enemigo.

Para entonces, la situación era crítica. Apenas cuarenta hombres quedaban a su mando, desgastados pero decididos. Queipo de Llano, con la determinación que lo caracterizaba, les ordenó formar un perímetro defensivo. Allí, en medio de la polvareda y el fuego cruzado, hicieron pie a tierra, formando un círculo, y resistieron a pie firme.
El coste de la operación fue elevado: dieciocho soldados cayeron en combate, y un jefe, tres oficiales, diecisiete soldados y un ascari resultaron heridos, además de un soldado con contusiones. Treinta y cuatro caballos yacían también en el suelo, símbolo de la dureza del combate.

La exitosa defensa llevó a El Raisuni a reconsiderar sus acciones. Alcazarquivir, que había sido el blanco de sus ambiciones, ya no volvió a ser hostigada. Gonzalo Queipo de Llano había demostrado su brillantez como líder y su determinación inquebrantable ante la adversidad. Su actuación le valió el ascenso a teniente coronel por méritos de guerra, un reconocimiento merecido por el arrojo demostrado en aquella noche de julio.

Fuente: "Africanistas y Junteros: El Ejército Español en África y el Oficial José Enrique Varela Iglesias", Tesis Doctoral de Antonio Atienza Peñarrocha.


domingo, 13 de octubre de 2024

Pasó durante la Campaña del Kert de 1911

Ascenso del Capitán José MIAJA Menant a Comandante por Méritos de Guerra

José Miaja Menant más tarde sería Ministro de la Guerra del bando republicano durante la Guerra Civil, se destacó por su valentía y liderazgo durante la Campaña del Kert.

El 20 de septiembre de 1911, el amanecer en la región de Ishafen e Imarufen se presentó con una calma tensa. Las fuerzas rifeñas, en su determinación, se movilizaron desde Talusit con el objetivo de envolver los campamentos españoles. Era temprano, apenas las 6:30 de la mañana, cuando los primeros disparos rompieron el silencio, y el eco del combate resonó en las colinas. Los españoles, al mando de los coroneles Miguel Primo de Rivera y García Gómez, estaban preparados, pero el ataque rifeño fue feroz y persistente. El combate se prolongó hasta la tarde, y a las 16:00 horas, el mando español ordenó un contraataque para desalojar al enemigo de sus posiciones.

Las tropas españolas avanzaron hacia Talusit, situada a la margen derecha del río Kert. Seis compañías del Regimiento de "Melilla", bajo el mando del comandante Dabán, quien falleció en la acción, y del teniente coronel Pahissa, se lanzaron contra las líneas rifeñas. El combate se tornó en una lucha cuerpo a cuerpo, mientras el polvo y el humo llenaban el aire. Finalmente, lograron que las harkas rifeñas se retiraran, obligándolas a cruzar el río.

En este combate, el capitán José Miaja Menant se destacó por su valentía, liderando un asalto a la bayoneta que le valió el ascenso a comandante por méritos de guerra. Las pérdidas españolas fueron menores de lo esperado: un oficial y ocho soldados perdieron la vida, incluyendo dos indígenas, y treinta y ocho más resultaron heridos, de los cuales ocho eran marroquíes.

Este episodio, que forma parte de la Campaña del Kert, fue un ejemplo de los duros enfrentamientos entre las tropas españolas y las fuerzas rifeñas, en su lucha por el control del Rif.


El Coronel Miguel Primo de Rivera Herido Durante la Campaña del Kert

Miguel Primo de Rivera, quien más tarde encabezaría la Dictadura durante el reinado de Alfonso XIII, jugó un papel importante en las operaciones destinadas a asegurar el control de posiciones clave en el Rif, fundamentales para el avance español en la región.

El 7 de octubre de 1911, Primo de Rivera encabezaba el Regimiento de Infantería "San Fernando" nº 11 en una operación que implicaba cruzar el río Kert. La misión era clara: tomar las lomas de Ifratuata, que dominaban el terreno circundante. El avance se desarrollaba con precisión, con una batería de artillería que ofrecía cobertura mientras la infantería cruzaba el río. Sin embargo, cuando la primera de las lomas fue ocupada, la batería quedó demasiado expuesta al fuego enemigo, lo que provocó bajas entre los artilleros.

En ese momento, Primo de Rivera se dio cuenta de que necesitaban un reconocimiento más preciso del terreno. Las lomas eran complicadas, y el enemigo conocía bien el territorio. Se aventuró hacia adelante acompañado por un grupo de áscaris (soldados de la Policía Indígena, reclutados localmente). Durante este reconocimiento, Primo de Rivera fue alcanzado por una bala en el pie derecho y su caballo, abatido por los disparos, cayó, atrapándolo bajo la montura. Sufrió una fractura en el húmero y una luxación de hombro, lo cual le impidió continuar al mando.

Primo de Rivera fue evacuado a Melilla, donde recibió atención médica. Sus heridas eran graves, lo suficiente como para apartarlo temporalmente del frente. 

Las operaciones en Marruecos eran una prueba constante de valor y resistencia. El terreno montañoso del Rif, con sus recovecos y emboscadas, no daba tregua. Los oficiales, conocidos como africanistas, buscaban la gloria y el reconocimiento, pero también sabían que las bajas eran inevitables.

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Bibliografía

- “Africanistas y Junteros: El Ejército español en África y el oficial José Enrique Varela Iglesias". Antonio Atienza Peñarrocha.

viernes, 11 de octubre de 2024

Africanistas y Peninsulares

Ya en la Guerra de Melilla (1909) surge un nuevo grupo de oficiales veteranos de la guerra africana.

Endurecidos por la guerra colonial en el norte de África, despreciaban la vida cómoda y rutinaria de las guarniciones en la Península. A menudo eran hombres de acción, formados en el combate contra las tribus rifeñas en un terreno difícil, que requería liderazgo dinámico. Para ellos, la experiencia de guerra no solo los definía como soldados, sino que también era vista como la vía más legítima para el ascenso en el escalafón militar.

Para ellos, los oficiales peninsulares que se limitaban a las guarniciones nacionales eran a menudo percibidos como burócratas sin la experiencia real de combate que, en su opinión, debía ser el factor determinante en la promoción militar.

Otra parte de oficiales del Ejército Español defendió el sistema de promociones cerradas. Surgen voces contra los ascensos por méritos en el campo de batalla. Gonzalo Queipo de Llano escribió dos artículos, por los que fue sancionado. Curiosamente había sido ascendido a Capitán por méritos en la Campaña de Cuba.

➡ De esta forma, según González-Pola, se aprecian ya los primeros signos de una división en el seno del Ejército, entre los “AFRICANISTAS”, y los “peninsulares”, entre los defensores de los ascensos por méritos de guerra, y los que defienden las promociones por orden de antigüedad o escalafón.

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Bibliografía

- “Africanistas y Junteros: El Ejército español en África y el oficial José Enrique Varela Iglesias". Antonio Atienza Peñarrocha.

La oposición al General Luque y los ascensos por méritos de guerra. Queipo de Llano en todas las salsas: Manifestación frente a la sede del periódico "La Correspondencia Militar" en Madrid el 12 de enero de 1910.

El periódico "La Correspondencia Militar" se erigió como un centro de oposición al General Luque y a su sistema de ascensos por m...