domingo, 16 de diciembre de 2012

Los Héroes de Baler: Los últimos de Filipinas

  • Durante la Guerra de independencia de Filipinas y la posterior guerra con EEUU (1896-1898), un destacamento español aguantó un duro asedio de 337 días.
  • http://www.galeondemanila.org
El 2 de junio de 1899, el 2º teniente comandante del destacamento izó la bandera blanca, después de leer los períodicos que le habían dado anteriormente, como prueba de que el Gobierno español había firmado la paz.




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viernes, 7 de diciembre de 2012

Batalla de la Albuera: la más sangrienta de la Guerra de la Independencia

16 de mayo de 1811
El propósito de Beresford (al mando aliado), es cerrar a la progresión enemiga, el paso al camino real de Sevilla.
Los aliados disponían de superioridad numérica: 10.000 británicos, 10.000 portugueses y 15.000 españoles. Por su parte los franceses de Soult contaban con 23.000 hombres, pero su artillería y caballería superaba en calidad a la aliada.



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Mapa: http://remilitari.com/cronolog/napoleon/albuera.htm


 Entre ambos bandos se contabilizaron 12.000 bajas (1 de cada 5 combatientes).
El resultado fue incierto, ninguno de los bandos saco ninguna ventaja clara sobre su enemigo.



domingo, 4 de noviembre de 2012

Monumentos conmemorativos de carácter militar en Madrid (3)

Monumentos conmemorativos de carácter militar en Madrid (1)
Monumentos conmemorativos de carácter militar en Madrid (2)

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El rey don Alfonso XII

No es posible olvidar que el 26 de julio de 1887, la reina María Cristina había firmado una ley que disponía la realización de una escultura de bronce del recién fallecido Alfonso XII, deseando que fuera inaugurada en 1902 con ocasión de la mayoría de edad de su hijo y sucesor Alfonso XIII; pero la suscripción nacional no alcanzó las sumas previstas y hubo que demorar los trabajos. Al fin, el 25 de febrero de 1901 se creó una Junta para llevar a cabo el monumento y poco después se hacía pública la convocatoria del concurso. El proyecto vencedor, que ofrecía evidente parecido formal con monumentos ya existentes en varias capitales europeas, fue el presentado por el arquitecto José Grases Riera en solitario, sin escultor alguno que le
acompañase, por lo que enseguida se pensó en incorporar a los artistas más destacados del momento, excepción hecha de Querol, que se negó a participar al haber quedado su propuesta en segundo lugar del concurso.

Fotografía:
http://guias-viajar.com/madrid/capital/galerias-fotos-parque-retiro-estanque-monumento-alfonso-xii/
Designada como sede el Estanque del Parque del Retiro, la primera piedra fue colocada el 18 de mayo de 1902 por Alfonso XIII con ocasión de los festejos conmemorativos de su proclamación, celebrada precisamente el día anterior. Pero, si bien la estructura arquitectónica quedó prácticamente acabada en 1905 y la estatua ecuestre del soberano (3,5 m. de altura x 6,50 de profundidad) fue instalada el 23 de enero de 1909, el monumento no fue inaugurado de modo solemne hasta el 3 de julio de 1922, todavía a falta de algunos detalles decorativos. Restaurado en 1979 por el Ayuntamiento de Madrid, volvió a conocer una intensa intervención entre 1998 y 2000.

La figura del monarca, prácticamente concluida ya en 1902 y fundida, como otras piezas, en los talleres de Mir y Ferrero, lo muestra vestido de capitán general, cubriendo la cabeza con un ros que fue reproducido con detalle de uno que facilitara al artista el general López Domínguez, que también fue presidente del Senado. Está en actitud de pasar revista a las tropas y porta en la diestra el sable desenfundado apuntando al suelo en elegante actitud de saludo y con la diestra sujeta las riendas del esbelto corcel angloárabe, todo con el mismo primor que cabe apreciar en la reducción de bronce que guarda el Palacio de Buenavista.
Como bien observó Carlos Reyero, a través de varios detalles alegóricos se ha pretendido destacar en el grandioso monumento cómo la intervención del Ejército resultó muy activa en el progreso y la gloria de España. Por esa razón, sólo se hará aquí especial mención de unos grupos repartidos por el esbelto pedestal que sirve de base a la estatua del soberano; así, el grupo representativo de la Marina, que, realizado por Mateo Inurria en 1905, consiste en un pescador que, con ropa de agua, sostiene un timón entre sus manos y, a su lado, un marino de guerra con correaje y cartucheras porta una bandera. Por su parte, el grupo que simboliza el Ejército, realizado por José Monserrat Portella, se compone de un militar de Caballería, con capote cerrado y casco en la cabeza, que junta sus manos sobre el sable que apoya en el suelo, y otro de Infantería, que, con capote, lleva al hombro una bandera. También aparecen soldados en el grupo alegórico de laPaz, que hizo Miguel Blay en 1919: un soldado isabelino y otro carlista se abrazan bajo la mirada protectora de la Paz, mientras que, desde el suelo, una mujer con su hijo observa la escena. Más abajo de este elemento hay un relieve de bronce, firmado por el mismo Blay, en el que, además de otras figuras,
aparecen dos soldados abrazándose en clara alusión a la Tercera Guerra Carlista. Todo ello viene a poner de manifiesto que el motivo fundamental por el que se levantó el monumento fue el de conmemorar la condición pacificadora del soberano.


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Las víctimas del atentado regio de 1906

El monumento conmemorativo de las víctimas del atentado contra los Reyes que tuvo lugar el 31 de mayo de 1906 con ocasión de su enlace matrimonial, fue erigido a impulsos de una comisión que, presidida por la duquesa de la Conquista, organizó una suscripción pública, a la que llegaron fondos procedentes de las representaciones diplomáticas españolas en varios países; consta, además, que el conde de Guaqui pagó la hechura de la Virgen del Carmen que lo remataba y que el ángel fue abonado por la marquesa de Esquilache, que también había intervenido en el monumento del cabo Noval.

Inaugurado el uno de noviembre de 1908, resultó muy destrozado en 1936, por lo que los restos fueron llevados por el Ayuntamiento a la Casa de Campo en 1939, hasta que, en 1968, se hizo entrega de los mismos al Regimiento Wad-Ras nº 55, que los acondicionó en el interior de su acuartelamiento.

Fotografía:
http://0510levedad.blogspot.com.es/2011_07_01_archive.html
El monumento, realizado con granito y piedra blanca de Novelda según el proyecto arquitectónico de Enrique María Repullés y Vargas y con esculturas de bronce modeladas por Aniceto Marinas, consistía en tres columnas
unidas que representaban las tres clases sociales que fueron damnificadas en el atentado contra la pareja real de Alfonso XIII y Doña Victoria Eugenia al regresar a Palacio después de su enlace matrimonial, casi en el mismo lugar en que fue levantado el conjunto (c/ Mayor, 79). En la zona baja, una cartela indicaba en la parte delantera: «31 MAYO/ 1906» y en otra en el pedestal podía leerse: «MARQUESA DE TOLOSA/ TERESA DE ULLOA/CASILDA CASTRO/ JUANA DÍAZ/ ROSALÍA BLANCO/ ANTONIO CALVO/ EUSEBIO FLÓREZ/ FRANCISCO BENITO/ HILARIO GARCÍA/ JOSÉ SOLA/ LUIS FONSECA/ LUIS GONZÁLEZ/ ROMÁN YAGÜES/ REGIMIENTO DE WAD-RAS/ CAPITÁN JOSE RASILLA/ JACOBO PRENDERGAST Y ROMERO REINLEIN/ CABO GUILLERMO MOLINA/ TAMBOR GREGORIO SÁNCHEZ/ SOLDADOS FLORENCIO GUERRERO E ISAAC ROMANILLOS/ ESCOLTA REAL GUARDIA JOSÉ MÁRQUEZ/ CASA REAL/ PALAFRENEROS FRANCISCO LÓPEZ Y BASILIO ENTRENA/ GUARDIA MUNICIPAL TOMÁS UVIEDO/ ERIGIDO EN 1908/ POR SUSCRIPCIÓN NACIONAL/ EN MEMORIA/ DE LAS VÍCTIMAS DEL ATENTADO/ QUE TUVO LUGAR EN ESTE SITIO/ EL 31 DE MAYO DE 1906/ AL REGRESAR A PALACIO SS. MM. D. ALFONSO XIII Y DOÑAVICTORIA/ DESPUÉS DE CELEBRAR SU BODA/ EN LA IGLESIA DE SAN JERÓNIMO».

En 1963 y en el mismo lugar del anterior, fue levantado un nuevo monumento trabajado por Federico Coullaut-Valera Mendigutía (1912-1989) y consistente en un basamento cuadrangular de piedra sobre el que apoya un pedestal de igual forma y material, en cuya parte delantera aparece una lápida marmórea con la inscripción: «EN MEMORIA DE LAS VÍCTIMAS/DEL ATENTADO CONTRA/ SS. MM. D. ALFONSO XIII/ Y Dª VICTORIA EUGENIA/ EL 31 DE MAYO DE 1906»; sobre él, hay una figura
orante de ángel que muestra un pergamino en el que puede leerse: «MADRID/1906-1963»; en el fondo de la plancha se advierte el emblema con las armas reales de España. El bronce fue trabajado en la fundición Turmen de Madrid, según consta en el lado derecho de la base de la estatua, apareciendo en el extremo opuesto la firma del artista, que ha elaborado la pieza con arreglo al realismo idealizado que era propio de la época.


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viernes, 31 de agosto de 2012

Monumentos conmemorativos de carácter militar en Madrid (2)



El General Cassola


El monumento dedicado al general Cassola fue erigido por suscripción popular entre los jefes y oficiales del Ejército español, quienes, para poner de manifiesto su simbólica colaboración, proporcionaron el metal procedente de numerosas empuñaduras y sables; el bronce restante fue facilitado por el Ejército. Mariano Benlliure modeló en 1892 la figura que, como de costumbre en el artista valenciano, fue vaciada en la Fundición Crescenzi, de Roma. La inauguración tuvo lugar el 7 de diciembre de 1892 en los jardines de la calle Ferraz, junto al Cuartel de la Montaña, lo que justificaba su ubicación; trasladado en 1929 a la plaza de Mariano de Cavia, en 1965 volvió a ser instalado en un espacio situado entre la Plaza de España y el mencionado cuartel ya desaparecido y en 1967 pasó al actual emplazamiento en el Parque del Oeste, cerca del paseo de Moret.

Fotografía:  http://www.esculturaurbana.com
El basamento está formado por unas gradas de mármol, sobre las que se alza el pedestal de dos cuerpos: el inferior, con una placa de mármol blanco en el frente que dice: «AL/ TENIENTE GENERAL/ DON/ MANUEL CASSOLA/ 1892»; sobre este cuerpo se levanta otro de granito, en cuyo lado derecho luce la inscripción: «EL EJERCITO DEBE ESTAR/ ORGANIZADO DE SUERTE/ QUE NADA TENGA QUE TEMER/ DE LA INJUSTICIA/NI QUE ESPERAR/ DEL FAVOR» y en el lateral opuesto: «EL 22 DE ABRIL DE 1887/ PRESENTA EN EL/ CONGRESO DE LOS DIPUTADOS/EL PROYECTO DE/ LEY CONSTITUTIVA DEL EJERCITO».
En la cara posterior, se recoge la frase que sirvió al militar como base de toda su actuación política: «TODO POR LA PATRIA/ TODO POR EL EJÉRCITO». Antes completaban el adorno del monumento varios elementos alegóricos que, lamentablemente, han desaparecido.

El general Manuel Cassola y Fernández (Hellín (Albacete), 1838-Madrid, 1890), en broncínea figura de dos metros de alto, viste uniforme militar de diario y ostenta la placa de la gran cruz del Mérito Militar; en actitud un tanto forzada, muestra el brazo derecho ligeramente adelantado y la mano izquierda sujeta la espada y un rollo de papeles, tal vez su proyecto de amplia reorganización interna, no aprobado por su exagerado radicalismo, por lo que dimitió en junio de 1888, si bien al año siguiente se aprobó una norma legal semejante a la suya. Las botas altas, muy arrugadas, suponen un detalle verista, así
como el hecho de aparecer sin gorra, como si el escultor lo hubiese captado en un momento cualquiera de la actividad burocrática diaria en el servicio de las armas. La guerrera, también arrugada como si le quedara algo pequeña,contribuye a dar un aspecto de cotidianeidad. En el lado derecho de la base figuran los datos de la fundición romana y en el izquierdo, la firma del artista.
Obra de buena factura en la vestimenta militar y las facciones del rostro, por el contrario no parece muy acertada en cuanto a la expresión general.

Después del descalabro en Cuba, Puerto Rico y Filipinas, dado que más bien se trataba de un desastre político y de un considerable error de estrategia militar desde la distancia, se pretendió hacer más popular la heroicidad, hasta entonces representada casi exclusivamente por destacados generales; por ello empezaron a surgir también los monumentos dedicados a los suboficiales y hasta a los soldados. Así ocurrió con el monumento proyectado a Eloy Gonzalo y años más tarde, con el dedicado al cabo Noval, héroe de la posterior campaña africana.


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Eloy Gonzalo, el héroe de Cascorro

Eloy Gonzalo García (1868-1897), el valeroso soldado nacido en Madrid y criado en la localidad de Chapinería, iba a convertirse en uno de los símbolos más populares del desastre ultramarino por ser un hijo del pueblo y no uno de aquellos «ilustres varones que fueron a la guerra de Cuba con el pecho lleno de cruces y las mangas de la casaca cubiertas de entorchados», como rezaba en las páginas de El Imparcial y La Época del 5 de junio de 1902, el mismo día en que el Rey inauguraba su monumento.

Fotografía: wikipedia
Fallecido el soldado el 17 de junio de 1897 en el hospital cubano de Matanzas afectado de una grave enterocolitis, el siguiente 20 de octubre el Ayuntamiento madrileño acordó levantar en la cabecera del Rastro un monumento en su memoria, procediendo en 1899 a convocar un concurso que fue ganado por el proyecto presentado por el escultor segoviano Aniceto Marinas en colaboración con el arquitecto municipal José López Salaberry. El pedestal, de sorprendente sencillez en su geometría para lo habitual en el historicismo de la época, se compone de tres escalones de granito sobre los que se levanta un cuerpo rectangular de mármol rosado, sobre el que descansa otro de piedra blanca para acabar en una cornisa que sirve de base a la figura. La única ornamentación reside en unos escudos de bronce de la villa de Madrid en los laterales, dejando el cuerpo frontal para la dedicatoria: «EL/ AYUNTAMIENTO/ DE MADRID/ A/ ELOY GONZALO/ 1901» y por la parte posterior: «CASCORRO/ 1897», que alude al escenario de su famosa actuación y no a su nombre, lo que gran parte del público confunde;en cuanto a la fecha, sí es la de la muerte del soldado, pero no la de su gesta. En las esquinas, hay unas pilastras con capiteles de bronce. Todo el basamento ha sido objeto de una intensa restauración en el año 2000.

La figura en bronce del heroico soldado (2,30 metros de alto), de pie y con acertada sensación de movimiento para dirigirse resueltamente hacia el enemigo, viste el típico uniforme de rayadillo de las tropas coloniales y va armado con un mosquetón Mauser con la bayoneta calada al hombro y machete al cinto, sujetando una tea encendida en la diestra, en tanto que con el brazo izquierdo sostiene una lata de petróleo; en torno al cuerpo lleva atada la cuerda que permitiría que sus compañeros de la 1ª compañía del 1º batallón del Regimiento de María Cristina pudieran «tirar de él y no quedar en poder del enemigo en caso de morir», según consta en el parte de guerra, a fin de que no fuera ultrajado por los insurgentes cubanos durante la valerosa acción que acometió el 30 de septiembre de 1896 en el pueblo del Cascorro, en la provincia cubana de Puerto Príncipe, cuando se presentó voluntario para incendiar un fortín enemigo. La actitud y los detalles de la vestimenta y el armamento suponen distintas notas del intenso realismo que animó al artista, cuyo nombre figura en el lado izquierdo de la base, y en el contrario, la referencia al taller de los fundidores Masriera y Campins de Barcelona, en el que el modelo fue pasado al bronce que facilitara el Ministerio de la Guerra, ascendiendo el gasto a la cantidad de 25.000 pesetas. Al parecer, un modelo a escala reducida se conserva en una colección particular de Londres.


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El general Martínez Campos

La idea del monumento dedicado al general Martínez Campos surgió en 1888 cuando de nuevo los profesores de la Academia General Militar Pedro Berenguer y José Ibáñez Marín propusieron erigir una estatua al general, habiendo sido acogida la idea con entusiasmo por el entonces ministro de la Guerra, general Cassola; pero, por distintas razones, no pudo ser llevado a efecto hasta 1904. Entre ese año y 1906 se realizó una suscripción nacional para recaudar fondos, a la que contribuyeron, además de la Familia Real, el Gobierno de Antonio Maura y el Ejército, que, para fundir el conjunto, concedió 21 toneladas de bronce procedente de piezas inútiles de las maestranzas de Madrid y Barcelona. La fundición fue realizada en Barcelona por Masriera y Campins. La comisión organizadora, presidida por el marqués de Cabriñana, convocó un concurso público, en el que participaron, entre otros,los escultores Trilles, Rodríguez Carretero, Benlliure, Marinas y Querol, pero resultó ganador Benlliure, ascendiendo el importe de la obra a 133.000 pesetas. Tras barajarse varios puntos de la capital para su instalación, al final se eligió el Parque del Retiro, en cuya plaza de Guatemala tuvo lugar la inauguración oficial el 28 de enero de 1907 con asistencia de la Familia Real y del Gobierno, siéndole concedida al artista la gran cruz del Mérito Militar.

Fotografía: wikipedia

Con unas dimensiones de 7,00 x 5,65 x 7,40 m., el basamento consiste en unas gradas de granito sobre las que se encuentra un enorme bloque de caliza de Tamajón (Guadalajara), en cuya parte superior aparece la figura ecuestre del militar. Este pedestal recuerda, en cierta manera, el que el escultor francés Falconet situó en 1782 como soporte del monumento dedicado
al zar Pedro el Grande en San Petersburgo. Por el lado izquierdo y continuando hasta la parte trasera se desarrolla un relieve de claro sabor pictórico e intenso dinamismo como corresponde al tema plasmado: es una escena de la guerra de África, en la que abundan las figuras en grupos dispuestos de manera escalonada para crear profundidad; seguramente se tratará de la batalla de los Castillejos, en la que el militar participó a las órdenes del general Prim; una inscripción reza: «AFRICA/ 1859-1860». En la parte trasera hay una placa de mármol con la leyenda: «INAUGURADO/POR S. M. EL REY D. ALFONSO XIII/ 28 DE ENERO DE 1907». En el lado derecho se reparten varias menciones de los hechos más sobresalientes de la vida del que fuera capitán general: «CUBA/ 1869-1870-1872/ 1878-1895/ CATALUÑA-NORTE/ 1873-1875, 1874-1876» y, en otra placa: «ERIGIDO/ POR SUSCRIPCION NACIONAL/VOLUNTARIA/INICIADA EL 5 DE DICIEMBRE/ DE 1904 POR EL/ MARQUES DE CABRIÑANA». En la parte delantera, un trofeo de bronce integrado por un estandarte, una bandera, un tambor, restos de un cañón y varias armas, todo como arrojado sobre las gradas del monumento, acompaña a la dedicatoria: «AL GENERAL/ MARTINEZ CAMPOS/ MODELO DE PATRIOTAS Y SOLDADOS/ ESPAÑA». Estaba previsto rodear el monumento con una verja de bronce compuesta de cañones amarrados por un cable con los atributos de las distintas armas del Ejército,pero no llegó a hacerse.

El general aparece montado en el caballo, que vuelve la cabeza hacia la derecha con aspecto cansino; viste ropa de campaña con capote encima y se toca la cabeza con el ros, descansando la mano derecha sobre el muslo del mismo lado, en tanto que con la izquierda sujeta las riendas. Es una de las mejores obras salidas del estudio del escultor valenciano, que expresa todo el realismo de que fueron capaces sus manos en el detalle de la vestimenta y las botas, con todo lo cual representa no un idílico retorno victorioso, como tantos había conocido el ilustre militar en su vida, sino una estampa, sincera y espontánea, del general cansado tras el combate sobre un caballo plasmado con todo naturalismo.

Arsenio Martínez Campos (Segovia, 1831–Madrid, 1900) participó en la campaña africana, en donde consiguió la cruz laureada de San Fernando, y luego en las de México y Cuba. Tras no pocos combates, proclamó en 1874 en Sagunto al príncipe Don Alfonso como Rey y luego pacificó Cataluña, fue ministro de la Guerra y presidente del Consejo de Ministros, así como capitán general de Cuba.



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El pueblo de Madrid del Dos de Mayo de 1808 

Siguiendo nuestro recorrido cronológico llegamos a 1908, momento en que, dentro de las celebraciones del primer centenario de la Guerra de la Independencia, el madrileño Círculo de Bellas Artes convocó un concurso para levantar un grupo escultórico en homenaje al Pueblo de Madrid del Dos de Mayo de 1808.


Fotografía:  http://alberkrip.wordpress.com/page/79/?archives-list&archives-type=tags 
El escultor segoviano Aniceto Marinas (1866-1953) decidió presentar a la convocatoria el mismo grupo en yeso que, realizado en Roma en 1891 y con una temática adecuada a la celebración, había constituido su último envío como pensionado. Con anterioridad, el artista lo había presentado en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1892, en la que se le concedió medalla de Primera Clase y, tras varias rebajas de precio, fue finalmente adquirido por el Estado en 1893. Pero sólo en 1908 fue pasado a bronce en la fundición de La Metaloplástica, Campins y Codina, de Madrid, habiéndose empleado cinco toneladas de material. Si bien en un principio el Ayuntamiento pensó colocarlo en la plaza del Ángel, fue instalado en la glorieta de San Bernardo (hoy, de Ruiz Jiménez), siendo inaugurado por Don Alfonso XIII y la Familia Real el 4 de mayo del mismo año; más tarde fue trasladado a la glorieta de Quevedo y el 27 de junio de 1966, a su ubicación actual en los Jardines del General Fanjul, cerca del Templo de Debod.

Sobre un pedestal circular (2,40 de altura x 7,30 de perímetro) de piedra blanca, en cuya parte delantera en una lápida de mármol reza la inscripción: 
«AL PUEBLO/ DEL/ DOS DE MAYO/ DE 1808», con un broncíneo escudo de Madrid encima, aparece el grupo escultórico (3,50 x 5,30 m. de perímetro) de bronce, que en el momento de la inauguración estaba todavía en yeso por no haber dado tiempo a fundirlo, lo que ya se hizo antes del siguiente mes de noviembre. Representa el heroísmo del pueblo de Madrid a través de los que entregaron su vida por la Patria. Por eso, un oficial de artillería –seguramente Daoíz–, herido en el vientre, apoya su mano trémula en un cañón, tratando de sujetarse con enorme esfuerzo para no caer al suelo, y, a su lado, como protegido por el cuerpo del militar, un niño estrecha contra su pecho la mano de su madre, que, con traje de maja decorado con alamares y medio pecho al descubierto, aparece caída en el suelo al lado de un joven chispero, también muerto. Por encima, subrayando el desarrollo vertical del conjunto domina la escena la figura de la Gloria, que, a la vez que sujeta una bandera plegada con su diestra, extiende las alas como queriendo mantener el recuerdo de la gesta de estos madrileños. Las figuras presentan actitudes y rostros de profunda expresión, muy a tono con el momento rememorado, en contraste con la imperturbable serenidad del rostro de la figura de la Gloria. En la parte inferior, una placa indica la fundición madrileña y otra registra el nombre del escultor Marinas, con cuyo monumento realizado casi al tiempo, entre 1908 y 1910, ante el Alcázar de Segovia en homenaje a los capitanes Daoíz y Velarde, este conjunto madrileño muestra bastantes puntos de coincidencia formal.


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El capitán Melgar 

El 21 de diciembre de 1911, el rey Alfonso XIII procedía a descubrir el monumento en memoria del capitán Melgar, ubicado en el lateral derecho de la madrileña plaza de Oriente, precisamente en el extremo contrario del que el escultor Benlliure modelaría casi al mismo tiempo para inmortalizar la gesta africana del cabo Noval. Pero en 1989 fue cambiado de emplazamiento y modificados algunos elementos del soporte, quedando colocado al borde de la calle Bailén.
Fotografía wikipedia.
El monumento consta de tres escalones de mármol negro veteado, sobre los que se alza un pilar cruciforme de mármol gris, en cuyo frente, entre los dos escalones inferiores, una lápida reza: «S. M. EL REY D. ALFONSO XIII/ HONRO SU MEMORIA/ CEDIENDO SITIO Y MÁRMOLES/ PARA ESTE MONUMENTO./ RECUERDO DE SUS COMPAÑEROS/ DE PROMOCION EN HOMENAJE/ AL VALOR QUE ACREDITO Y/ ESTIMULO PARA IMITAR/ SU EJEMPLO/ MCMXI».
Sobre los escalones hay un pequeño soldado de Infantería que, con el fusil en la mano izquierda y equipado con mochila, cartucheras, machete y ros, parece ofrendar al oficial fallecido una desaparecida corona de laurel, a la par que extiende el brazo derecho hacia el frente del pilar en el que se encuentra la dedicatoria: «AL CAPITAN MELGAR/ MELILLA 1909».
En la parte superior del pedestal figura el busto del oficial, que fue el primer laureado de la promoción de Don Alfonso XIII. Vaciado en bronce, abarca hasta la mitad del pecho y descansa sobre unos motivos vegetales como de hojas de laurel, luciendo diversas condecoraciones en el lado izquierdo de la guerrera, así como los cordones y el distintivo de Ayudante de S. M. en el opuesto, al tiempo que en el cuello se advierte el emblema del Regimiento de Infantería nº 9, indicativo seguramente de la Brigada de Cazadores de Arapiles que sufrió la derrota a manos de las fuerzas rifeñas de Abd-el- Krim.
El busto, de gran tamaño en comparación con la diminuta figura del soldado que aparece a los pies, muestra un tratamiento muy realista del militar. En la parte trasera figura la mención de haber sido trabajada en la Fundición Ballarín y Cía. de Barcelona.
El autor del retrato y demás adornos fue el escultor asturiano Julio González Pola (1860-1929), creador, como ya se verá, de varios importantes monumentos relacionados con temas militares.

Ángel Melgar y Mata, nacido en 1876 y formado en la Academia de Infantería, participó durante tres años en la guerra de Cuba, pero al ser ascendido a capitán, fue destinado a Melilla a mediados del mes de julio de 1909 y allí participó en los enfrentamientos del Barranco del Lobo, en donde el 27 de julio de 1909, después de haber sido gravemente herido en el cuello y en una pierna al iniciarse el combate, se mantuvo firme hasta que recibió un balazo mortal en el pecho. A título póstumo le fue concedida la Cruz Laureada de San Fernando.


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El Cabo Noval

Por su parte, el monumento dedicado al cabo Noval pudo ser realizado mediante una suscripción abierta por una Junta de Señoras presidida por la reina Doña Victoria Eugenia y, como quiera que al final faltaban cinco mil pesetas, el propio escultor Mariano Benlliure las aportó a la marquesa de Esquilache, principal promotora del monumento en unión de la condesa de Pardo Bazán.

Fotografía: http://www.esculturaurbana.com
Colocado en los jardines de su nombre en el lado derecho de la plaza de Oriente y con una altura total de 6,50 m., fue inaugurado el 8 de junio de 1912 por el rey Alfonso XIII con asistencia de toda la Familia Real, si bien no pudo acudir el artista.

Una plataforma de piedra (2,30 x 3,00 x 3,00 m.) con tres escalones sirve de apoyo al pedestal, de piedra arenisca, que tiene forma de pirámide truncada de base rectangular, en cuyo frente y en el lado derecho hay un relieve que alude al combate en que encontró la muerte el célebre cabo de la 3ª compañía del Regimiento del Príncipe: los soldados disparan sus armas contra los moros, apareciendo entre humo las cabezas de los enemigos; el cabo Noval cae hacia atrás, herido de muerte; muchos moros mueren también y otros huyen a la carrera abandonando sus armas blancas y de fuego.

Encima, en la parte delantera está la siguiente inscripción: «INICIADO POR / MUJERES ESPAÑOLAS / SE ELEVA ESTE MONUMENTO / A LA GLORIA DEL SOLDADO/ LUIS NOVAL./ PATRIA, NO OLVIDES NUNCA/ A LOS QUE POR TI MUEREN»; en la parte trasera puede leerse: «GRATITUD/ A LA COOPERACIÓN DE LOS ESPAÑOLES/ DE AMBOS CONTINENTES/EN NOMBRE DE LA JUNTA DE SEÑORAS/ PRESIDENTE HONORARIO S. M. LA REINA/ VICTORIA EUGENIA/ PRESIDENTE DUQUESA VIUDA DE BAILEN/ PRESIDENTE MARQUESA DE ESQUILACHE/ DUQUESA DE ZARAGOZA/ GENERALA MARINA/ IGNACIA B.D.S. DE PIDAL/ MARQUESA DE COMILLAS/ MARQUESA DE POLAVIEJA/ MARQUESA DE VADILLO/ CONDESA DE PEÑALVER/ SECRETARIA CONDESA DE PARDO BAZAN/ VIII JUNIO DE MCMXII».

Una bella figura femenina de piedra, que representa a la Patria más que a la Victoria, sostiene con ambas manos la bandera española con el escudo real en el centro, que sirve para acoger al militar de tal manera que ésta, que alcanza una altura total de 3,96 metros, además de establecer un triángulo compositivo en la arte alta del monumento, constituye el fondo sobre el que se recorta la figura del cabo, de color oscuro al ser de bronce (dos metros de alto).

El suboficial parece marchar vestido con capote, sobre el que lleva el correaje con tahalí. Con el mosquetón sobre el hombro derecho y enrollada la manta al cuerpo, porta grandes cartucheras y en el cinturón luce el número 3 del regimiento al que perteneció, que igualmente se repite en el cuello. En el suelo, un azadón y otros útiles de labranza, así como mieses y abrojos del campo, como si estuvieran olvidados, en alusión al trabajo dejado temporalmente en suspenso para acudir a la llamada de la Patria. Hay un boceto en el Museo del Ejército, ya realizado en 1910 y luego fundido en bronce por Capa en 1977.

El cabo Luis Noval Terrós, nacido en Oviedo en 1887, perteneció al Regimiento de Infantería del Príncipe nº 3 y fue enviado a tierras africanas, en donde en 1909 encontró heroica muerte en el zoco de Had Benisicar cuando hacía servicio de vigilancia en su campamento. De madrugada, fue secuestrado por unos moros que pretendían infiltrarse en las líneas españolas haciéndose pasar por compatriotas, pero, antes de caer muerto, logró avisar a gritos a sus compañeros para que defendieran la posición.


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El general Vara de Rey y los héroes del Caney


El monumento madrileño destinado a recordar la memoria del general Vara de Rey y de los héroes del Caney fue promovido por el Centro Asturiano de La Habana con la intención de que se alzara en el propio enclave del Caney. Para ello se convocó un concurso, pero al final hubo que colocarlo en Madrid, siendo financiado con las suscripciones realizadas en España y Cuba. Tras indicar al escultor designado, el asturiano Julio González Pola (1860-1929), cómo debería hacerse el grupo, el 11 de junio de 1915 fue inaugurado con asistencia de la Familia Real en la confluencia del paseo de la Infanta Isabel con la avenida de la Ciudad de Barcelona, pero en 1921, para facilitar el tránsito, fue retrasado hasta su actual emplazamiento en los jardines laterales de la Basílica de Atocha, entre el paseo de la Reina Cristina y la avenida de la Ciudad de Barcelona.

Fotografía: http://blasdemolina.wordpress.com/
El monumento, de nueve metros de altura por tres y medio de lado, se componía de un austero basamento de escalones de granito sobre los que se alzaba un gran pedestal troncopiramidal de caliza y que servía de apoyo al grupo escultórico; diversos leones rampantes, inscripciones –como «PATRIOTISMO
»– y hasta un tronco de laurel roto, amenizaban la parte alta de ese basamento, que presentaba además la inscripción: «A/ LOS HÉROES/DEL CANEY./ CUBA Y ESPAÑA».
Pero, aprovechando el cambio de emplazamiento, el zócalo ha sido reconstruido en granito aun cuando subsisten algunos elementos del anterior y muestra delante, junto a un escudo de Madrid, la dedicatoria tallada en la piedra: «AL GENERAL/ VARA DE REY/Y/ HEROES DEL CANEY». En la parte alta, dos hiladas de piedra imitan rocas sobre las que aparece un grupo de aspecto broncíneo, pero originariamente realizado en piedra, con la figura del general herido, llevándose la mano izquierda al pecho y con los ojos como extraviados y en estado agónico,
sostenido por otro oficial que, además, porta la bandera nacional.
Este grupo, que podría estar inspirado en una estampa de la época en la que se representa un ataque de la caballería estadounidense en Cuba, apareciendo en primer plano un general herido y, tras él, un soldado que le sujeta a la vez que porta la enseña de las barras y estrellas, muestra a los lados, dos soldados disparan hacia abajo, cubiertas sus cabezas con el característico sombrero de paja de las tropas españolas en Ultramar, revelando un minucioso estudio de modelado en los uniformes, fusiles y machetes. Por detrás, otro
soldado, descubierta la cabeza, dispara hacia la izquierda. La composición es muy acertada, siguiendo un esquema piramidal cuyo vértice se encuentra en el extremo del asta de la bandera, lo que obliga a recordar, tanto por la concepción general como por la actitud de algunas figuras, el monumento dedicado en Pontevedra a los Héroes de Puente Sampayo, que el mismo González Pola realizara en 1911.
Es uno de los contados monumentos que muestran a la contemplación pública el momento mismo de la muerte del héroe, siempre más propio de las creaciones de carácter funerario.

Joaquín Vara de Rey y Rubio, nacido en Ibiza (Baleares) en 1841, ingresó a los quince años en el Colegio General, del que salió como segundo teniente en 1859, habiendo ascendido a primero al año siguiente. Tras luchar contra los cantonales y los carlistas y obtener varios ascensos por méritos de guerra, ocupó distintos destinos hasta que, ya como coronel, en 1891 solicitó pasar a las islas Filipinas.
A su regreso, fue nombrado jefe de la zona militar de Ávila, pero en 1895 marchó a Cuba, donde fue designado comandante militar de Bayamo y propuesto en 1897 para el empleo de general de brigada por su actuación en la Loma del Gato. Entonces asumió la brigada San Luis de la división del general Linares que operaba en Sierra Maestra y desde allí se trasladó al poblado de El Caney, cuyas trincheras defendió de los ataques de las muy superiores fuerzas norteamericanas del general William Shafter al mando de un reducido contingente de soldados hasta su muerte, ocurrida el uno de julio de 1898 en unión de muchos de sus hombres. En 1900 le fue concedida la cruz laureada de San Fernando. Sus restos reposan hoy en el panteón de los Héroes de Cuba y Filipinas en el madrileño cementerio de la Almudena.

Mapa


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domingo, 26 de agosto de 2012

Mapa: Sitios con Historia



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Sitios con historia
Arapil Grande
Posición clave en la decisiva victoria de Arapiles, de los aliados ante las tropas imperiales francesas.
Rocroi
Las murallas no difieren sustancialmente de las asaltadas por los españoles en 1641 y 1653. Derrota de los Tercios españoles.
Puente de Veldwezelt, Bélgica,
A unos 700 m. de altura, el doble más o menos de la altura que saltaron los paracas alemanes el 10 de mayo de 1940 al inicio de la ofensiva en el frente oeste. Junto con la toma de los puentes de Vroe...

Mapa: Monumentos conmemorativos de carácter militar en Madrid





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martes, 21 de agosto de 2012

Campaña de Pompeyo contra los piratas Cilicios.

Alanya (sur de Turquía) último reducto de los Piratas sin Cilicios, los más temidos del Mediterráneo en época romana.


En el 67 a. C. Roma pone en manos de Pompeyo 20 legiones (120.000 hombres), 5.000 jinetes y 500 barcos, además de la cantidad exhorbitante de 6.000 talentos.


Pompeyo inicia una campaña en todo el mediterráneo de una importancia estratégica que difícilmente hoy podría mantener ningún ejército europeo.


Finalizó la campaña en 3 meses, de los tres años que tenía previstos. Destruyó 120 bases piratas, 500 barcos e hizo 10.000 bajas enemigas. Es difícil hacernos idea del poder del Ejército romano de la época.


Hisariçi Mh., Kale Cd, 07400 Alanya/Provincia de Antalya, Turquía http://m.google.es/u/m/dyAgbt

Murayas de Alanya. Último reducto de los piratas Cilicios.

lunes, 20 de agosto de 2012

Raza... que fue...: Ataque chino - japones a la Guarnición española en Manila 1574.

62 barcos y 3.000 hombres del Ejército chino-japones y 500 hombres al mando del Maestre de Campo Juan Sacedo, de parte española.
La llamada batalla del mar rojo, por el color que tomaron las aguas, con la sangre de nuestros enemigos.
La furiosa defensa española causó un desastre entre chinos y japones que no daban crédito al valor español.
Pero tras su repliegue, los españoles se reorganizaron y fueron al combate a la playa, los chinos-japoneses fueron diezmados y huyeron los que quedaron con vida...

Una de las miles de gestas desconocidas de nuestros antepasados...

Mapa: http://m.google.es/u/m/QRXLnv

domingo, 19 de agosto de 2012

Los dos últimos extranjeros Laureados

De nacionalidad italiana, D. Renato Zanardo y D. Giusseppe Borghese de Borbón Parma.

Los dos eran legionarios. El primero mutilado en un combate entre unidades carristas y el segundo caido heroicamente en combate en el frente del Ebro 1938.

Fotografía: Cabo legionario Zanardo (Revista Historia militar 2011)


D. Antonio García... El inmortal

Uno de los primeros, he leido muchos historiales, como este ninguno.... incrible muestra de valor y de la misería de como tratamos a nuestros Héroes. No fue Laureado, pero le damos "tres":



El sargento don Antonio García, conocido bajo los sobrenombres de el Inmortal y el Arcabuceado, asturiano y del Arma de Caballería, tuvo que solicitar en l8l3 la licencia por inútil a consecuencia de las heridas recibidas


la guerra contra los franceses. Según relató a la Regencia del Reino al reclamar la gracia de inválido, a lo largo de 1808 habia resultado herido de


balazo en la acción de Valmaseda, de un sablazo en la de Oviedo y de otro balazo en la de Mondoñedo. En 1809 habia recibido tres sablazos en la batalla de Lugo, una cuchillada en la acción de Betanzos, una herida en la frente en la de Santiago y un balazo en el muslo en la de Villafranca del Bierzo. Un año después fue hecho prisionero en Llerena y fusilado, pero quedo con vida a pesar de los cuatro balazos que recibió; en 1811 fue herido de un balazo y dos cuchilladas en la acción de Fregenal de la Sierra, en la que consiguió recobrar una bandera española en lucha contra 17 franceses, a cuyo comante hizo prisionero, recibiendo más tarde una estocada en la batalla de La Albuera y un balazo en el pecho y una estocada en el muslo en la acción


Murviedro. Fue recompensado por todos estos hechos con el empleo de sargento y con una pensión de 500 reales, pero en cuanto a la Cruz Laureada de San Femando, se le comunicó que no podía ser concedida sin juicio contradictorio, por lo que deberia justificar ante la Regencia la accion de Fregenal de la Sierra con el fin de que se iniciasen los correspondientes tramites.


Parece ser que fue liberal durante el Trienio y que murió en la miseria en el Hospital Militar de La Coruña.


Revista Historia Militar 2011

sábado, 18 de agosto de 2012

Defensa Heróica del Castillo de San Juan de Ulúa

165 Laureadas colectivas: defensa del castillo de San Juan de Ulúa. Veracruz.



En el mes de septiembre de l82l la guarnición de Veracuz se refugió en el castillo de San Juan de Ulúa tras haber sido evacuadas de Nueva España el resto de las fuerzas españolas. Allí resistiría durante los cuatro años siguientes gracias a los refuerzos y víveres que de forma esporádica llegaban forzando el bloqueo, La resistencia duró hasta que las penalidades y


enfermedades, que llegaron a causar Ia muerte de las dos terceras partes de la guarnición, hicieron que el resto, bajo el mando del brigadier Coppinger, capitulase el 18 de noviembre de 1825. Resistencia tan heroica seria recompensada con 165 Cruces Laureadas de San Femando.



MAPA:
San Juan de Ulúa +52 229 938 5151 Pedro Saenz de Baranda S/N, Islote de San Juan de Ulúa, 91700 Veracruz, Veracruz-Llave, México

http://m.google.es/u/m/RfI5JI

Fotografía: wikipedia

viernes, 17 de agosto de 2012

Guardia Civil D. Cándido Santa Eulalia. Cuba 1895

Otro Héroe Laureado que dió su vida por la Patria a miles de kilómetros. Estos eran nuestros abuelos.... No busquéis en el diccionario el significado de lealtad, leer esto:



Guardia Civil D. Cándido Santa Eulalia, comandante accidental del Puesto de Dolores, en la Cuba en guerra de 1895, el cual, rodeado con su exigua fuerza por centenares de insurrectos, a la oferta de rendición que, acompañada de garantias


personales, le dirigió el mando enemigo, contestó por escrito de esta forma:



«...Debo manifestar que yo soy muy español y sobre todo pertenexco a la Benemérita Guardia Civil, y que habiéndome mis dignos jefes honrado con el mando de este destacamento, primero prefiero mil veces la muerte que yo serle traidor a mi Patria y olvidar el juramento de fidelidad que presté a la gloriosa Bandera española, en cuya defensa derramaré mi última gota de sangre antes de cometer la vileza de entregarme con vida a los enemigos de España y de mi Rey. Pues estoy orgulloso de vestir el uniforme de Guardia Civil y mi mayor gloria sería morir con él...»



Que el recuerdo de aquellos héroes permanezca siempre...

jueves, 16 de agosto de 2012

Chamán: Otro Caballero Laureado, el sevillano don José Miguel Ponce de León González, capitán de la Carrera de Indias

Chamán: Otro Caballero Laureado, el sevillano don José Miguel Ponce de León González, capitán de la Carrera de Indias

Otro Caballero Laureado, el sevillano don José Miguel Ponce de León González, capitán de la Carrera de Indias

Más Héroes que llevaban nuestra sangre: Otro Caballero Laureado, el sevillano don José Miguel Ponce de León González, capitán de la Carrera de Indias, y de la fragata-transporte


Neptuno: rodeado y atacado el buque de su mando en la ensenada de Tolú (actual Colombia) por fuerzas insurgentes, en 1815, sostuvo valerosamente el combate durante cuatro horas, hasta que muerta más de un tercio de la


tripulación y herida el resto, él mismo incluido, hubo de rendirse. Conducido a los calabozos de Cartagena de Indias, sufrió la misma suerte que


los demás prisioneros españoles, que parecieron en una masacre general.


Pudiendo sobrevivir milagrosamente a pesar de estar casi degollado y con dieciocho heridas. y volver a España; pero hubo de llevar durante el resto de sus dias ~prolongados hasta l854~ un artilugio de hierro que le permitía llevar la cabeza derecha sobre los hombros.


Revista de Historia Militar 2011.


sábado, 30 de junio de 2012

LA BATALLA DEL MONTE CURRIECHOS

Fuentes: Revista de Historia Militar: http://www.portalcultura.mde.es/Galerias/revistas/ficheros/RHM_103.pdf Guerra Ástur-cántabra contra los romanos: 26 aC. Campaña de Augusto en Hispania



Autores: Francisco RAMOS OLIVER1 Francisco JIMÉNEZ MOYANO2
 «Por su parte los ástures, tan pronto como fueron rechazados de un lugarfortificado que se encontraban asediando y, tras ello, vencidos en combate, ya no continuaron la sublevación y rápidamente se sometieron.»Dion Casio 53-543.

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  • Coordenadas UTM: 280140-4774710. Geográficas: 43.º 05’ 30’’ Norte-5.º 42’ 10’’ Oeste. En algunas cartografías se le nombra como vértice Boya, elemento geodésico que corona la cima.
Imagen




Resumen


 Los autores exponen de forma breve los trabajos arqueológicos efectuados en el cordal de la Carisa (Asturias Central) en los montes Curriechos y Homón de Faro, donde señalan la existencia de dos conjuntosarqueológicos. Uno ubicado cronológicamente a finales del siglo I a. C.y otro entre los s. VII y VIII de nuestra era, para centrarse en el primerode ellos.Se expone una síntesis de las Guerras Ástur-Cántabras para situar loshallazgos del Curriechos que se traducen en la existencia de una posiciónfortificada romana de grandes dimensiones.Se expone el método de estudio utilizado basado en una integración defactores, se detienen en la exposición de unas consideraciones tácticas ylogísticas del escenario bélico que las excavaciones han sacado a la luz, paraconcretar unas posibles ocupaciones y concluir con unas hipótesis sobre lo que pudo ser una batalla defensiva de alta montaña a finales del siglo primero antes de Cristo. PALABRAS CLAVE: Guerras Ástur-Cántabras; Asturias; La LegiónRomana; campamentos romanos; la Carisa; Publio Carisio; Guerra de Montaña.

 SUMMARY:

Battle of Mount CurriechosThe authors set out of brief form the carried out archaeological work inthe cordal of the Carisa (Asturias Central) in the mounts Curriechos andHomón de Faro, where they indicate the existence of two archaeologicalsets. One located chronological at the end of century I a. C. and another onebetween the s. VII and VIII of our era, to concentrate in first of themA synthesis of the Astur-Cantabrian war is exposed to locate the findings of the Curriechos that are translated in the existence of a fortifiedposition Roman of great dimensions The method of used study is exposed based on an integration of factors,they pause in the exhibition of tactical and logistic considerations of thewarlike scene that the excavations have brought to light, to make specificpossible occupations and to conclude with a hypothesis on which it could bea defensive mountain warfare at the end of the first century before Christ.KEY  WORDS: Cantabrian-Astur war;  Astures;  The Roman Legion;Roman camps; The Carisa; Publio Carisio; Mountain warfare. * * * * *

Introducción 

 En Octubre de 2001 un grupo de arqueólogos reconocía la zona del monte Curriechos, un paraje situado en el cordal de Carraceo, al surde la Asturias Central. Hasta el momento allí se suponía que existía uncastro a la sorprendente cota de 1700 metros. Los arqueólogos llegaron a aquellas alturas algo escépticos sobre la posibilidad de un asentamiento humano de forma continua en cotas tan altas. Las condiciones de vida en esas alturas son, y tuvieron que ser, muy duras. Por otra parte, había otros análisis de la zona, en especial el realizado en 1858 por el comandante don Elías García-Tuñón y Quirós en un folleto titulado «Memoria sobre las guerras que los romanos hicieron en Asturias» que apuntaban otras posibles pistas para explicar la existencia de los vestigios de esas obras presumiblemente castreñas.Durante los años siguientes (2003 a 2004) un equipo multidisciplinar coordinado por el arqueólogo Jorge Camino realiza excavaciones en el referido monte Curriechos y alrededores con el mecenazgo de Caja Astur6. Deresulta de los mismos, y siguiendo la pista apuntada por el comandante García-Tuñón, se concreta la existencia de un campo de batalla, donde existen dos conjuntos fortificados que aparecen enfrentados, uno en ese monte y otro en otra elevación al norte del mismo: El Homón de Faro. El primero delos conjuntos es, por evidencias arqueológicas, claramente romano y del periodo de las guerras Ástur-Cántabras. El segundo fue considerado en un primer momento  ástur, fundamentalmente por la presencia de técnicasconstructivas típicamente castreñas y por el escenario que invita a pensaren la existencia de un campo de batalla entre los invasores romanos y los defensores hispanos. Sin embargo, en las dos campañas siguientes (2005 y2006), las investigaciones sacan a la luz unos resultados sorprendentes de la mano del carbono-14. La muralla de módulos existente en El Homón deFaro, que se creía ástur por sus técnicas constructivas prerromanas, había que situarla cronológicamente entre finales del siglo VII y principios delVIII de nuestra Era. La idea previa de un escenario bélico entre romanos y ástures, ambos solidamente fortificados, como pudo ocurrir en la Espina del Gallego, en el frente cántabro de estas guerras, se desvanecía para transformarse en dos posibles escenarios: uno situado en las guerras Ástur-Cántabras9y el otrosiete u ocho siglos más tarde. Al respecto, el arco cronológico que mostraba los análisis de carbono-14 permitía dos únicas posibilidades a la luz delas fuentes escritas: una sublevación de los ástures frente a Wamba a finales del siglo VII o la invasión musulmana a primeros del VIII. En el presente trabajo, nos centraremos en el primero de los escenarios que ubicamos en las guerras Ástur-Cántabras, en espera de los avances de los trabajos sobre el segundo de los escenarios. Para ello haremos una breve referencia al conjunto de esa contienda, para pasar a las consideraciones militares del escenario y al método de investigación seguido en las mismas. 


Las Guerras Ástur-Cántabras 




 En la primavera del 26 a.C. Augusto se encuentra en Hispania; su presencia tiene como finalidad dirigir la guerra contra ástures y cántabros. Losmotivos son varios. Por un lado tenemos la finalidad de completar el control de la totalidad de la Hispania y el acabar con las depredaciones de lastribus ástures y cántabros sobre los pueblos de la meseta10; ésta fue sin dudala finalidad política para dar legitimidad a la guerra. También podemos considerar como causas de la guerra la importancia de los yacimientos de oroy otros minerales claves11, aspectos económicos que no se pueden olvidar.Por último, la necesidad de preparar estratégicamente la conquista de laGermania Magna, que fue el siguiente paso dado por Augusto y que suponemos que estaba ya pensado12. Sin duda, para iniciar esa gran operaciónestratégica sobre el centro de Europa era necesario asegurar la navegacióny comunicaciones por el cantábrico y las costas de las Galías13y disponerde su amplia red de puertos naturales.
El desarrollo de la guerra lo podemos resumir siguiendo el texto deDión Casio: «El propio Augusto guerreó contra los ástures y contra los cántabros a la vez, pero como ni se le acercaban, resguardados por sus elevadas fortificaciones, ni se le ponían a mano por ser inferiores en número y por utilizar la mayoría armas arrojadizas y además le causaban muchasdificultades si se ponían en movimiento, cayendo sobre él siempre desdeposiciones dominantes, y le tendían emboscadas en las hondonadas y en loslugares boscosos, vino a encontrarse en una dificultad verdaderamenteinsuperable. A causa de los esfuerzos y preocupaciones enfermó y se retiróa Tarragona para reponerse allí. C. Antistio continuó la lucha contra ellosy los reprimió por completo... Así pudo tomar algunos de sus lugares y mástarde Tito Publio Carisio14conquistó Lancia, la mayor aldea de los ástures,que había sido abandonada, y sometió otras muchas.»15.
Oficialmente la guerra acaba al año siguiente, tras la victoria de Lancia. Así,en el 25 a.C. Augusto licencia tropas veteranas, funda la ciudad de Mérida16ycierra el templo de Jano17, pero ésta fue posiblemente una medida más propagandística que prudente, como así lo demostraron las posteriores revueltas.La primera de ellas, y más importante, se produce en el año 22. a.C. Losástures ponen en jaque a Publio Carisio; y los cántabros se revelan igualmentecontra Cayo Furnio18. La situación es crítica para los romanos. Furnio la controla en su frente, pero Carisio se verá desbordado por los ástures y necesitarála ayuda de aquel. Con el concurso de fuerzas de ambos, quizás dos legiones,«los ástures, tan pronto como fueron rechazados de un lugar fortificado que seencontraban asediando y, tras ello, vencidos en combate, ya no continuaron lasublevación y rápidamente se sometieron.»19. Con posterioridad al año 22 a.C.se registrarán otras revueltas, pero serán de menor intensidad.
El escenario bélico del monte Curriechos hemos de ubicarlo cronológicamente entre estas fechas, es decir, la guerra del 26-25 a.C. y la posterior revuelta del 22 a.C. Tras la batalla de Lancia y la consiguiente derrota ástur, parece posible que la finalidad de las operaciones que pudiera haber emprendido Publio Carisio fuera la de alcanzar los puertos naturales de la costa cantábrica y en especial la bahía de Gijón, lo que implica, al menos, el control de la Asturias transmontana central y su costa. 
En las operaciones que se emprenden tras la revuelta del 22, el propósito sería el de restituir la situación. Pues bien, en ambos casos, resulta imprescindible asegurar una ruta que permitiera a Carisio acceder con los gruesos de sus fuerzas en época de campaña y retirarse a sus bases de invierno meseteñas al término de la misma. Esta ruta fue sin duda la actual vía Carisa




 que discurre desde Gijón hasta, previsiblemente, León y que actualmente (2006-2007) es objeto de estudio. 
Esta vía, ya fuera un camino ancestral utilizado por los ástures cismontanos y transmontanos con anterioridad al año 25 a.C., o una calzada terrenae de nueva creación con motivo de los movimientos de las fuerzas de Carisio, va a ser la principal protagonista de la revuelta de ese año 22 a.C. Sobre su control girarán las operaciones, pues el combate en montaña de todos los tiempos ha tenido por finalidad el impedir, o intentar, el paso a través de ella hacia objetivos políticos o estratégicos que son el fin último de las operaciones. 
Uno de esos puntos claves de esa calzada lo constituyen los montes Homón de Faro y Curriechos. Sobre el primero la lógica histórica, y la militar, invita a considerarlo como base de las acciones ástures, posición de cierre de la dirección de avance sur norte. El segundo pretende justamente lo contrario y los actuales restos los podemos asimilar al quinto de los tipos de campamentos que Pseudo Hyginio relaciona en su Munitionibus castrorum, la llamada castra necessaria: «quae in loco necesario, unde et necesaria
castra dicuntur.»


Método de estudio

El método del presente trabajo ha sido, en un primer momento, el realizar una aproximación a la posible unidad de pensamiento de los militares de Roma en lo referente al oficio, es decir, aproximarnos a la «doctrina» (Actualmente se entiende por doctrina al conjunto de principios, conceptos, directrices fundamentales para la organización, preparación y empleo de las fuerzas en operaciones militares. (Doctrina de empleo de las fuerzas terrestres del ET. español 3.º Edición. Madrid. 2003 punto 1.1.).Ya
SunTzu señalaba que la «Doctrina hace nacer la unidad de pensamiento». Los trece artículos sobre
el arte de la guerra. Articulo I.), táctica y logística de finales de la República y principios del Alto Imperio. Para ello se ha buscado concretar y esquematizar unos procedimientos militares de esa época que suponemos usuales o «doctrinales», reglamentarios si se prefiere.
Los documentos históricos al respecto de lo que pudiera ser doctrinal en las legiones de Roma, en ese periodo de tiempo, además de muy escasos, no son muy precisos. Cuando existen, como las obras de Polibio, Arriano o Vegecio, están alejados del arco cronológico que nos interesa, y en ciertos aspectos de detalle táctico y logístico más que resolver dudas las incrementan.
Afortunadamente tenemos relatos de la actividad bélica de Roma en la época, de la mano de las obras atribuidas a Julio César (Bellum Civile, De bello Gallico, etc. y el anónimo Bellum Alexandrinum) son significativos por proximidad cronológica con las Guerras Ástur-Cántabras.
Desgraciadamente, César no pretendía dejar para la posterioridad un tratado de táctica y estrategia, su finalidad era política y destinada a fortalecer su imagen. En consecuencia, es necesario advertir que muchos aspectos como posibles formaciones, datos logísticos, etcétera, son suposiciones, que si bien las consideramos lógicas y basadas en esas y otras obras, pueden ser discutibles. 
En una segunda fase, las posibles soluciones doctrinales a las que se llegan, se han integrado con el terreno y con las fortificaciones de éste, a la luz de las excavaciones arqueológicas, y con otros factores como la meteorología, por lo que el modelo doctrinal se ha adaptado a esos factores concretándose una posible solución militar de ocupación y defensa de los diferentes recintos y obras de fortificación aparecidos en el monte Curriechos.

Posteriormente se ha considerado la posible amenaza que se cernía sobre las fuerzas romanas. De esta amenaza no se puede hacer un esquema doctrinal con rigor pues las referencias al respecto son muy escasas e imprecisas. Por otra parte, a diferencia de los militares romanos, los guerreros ástures y cantabros tenían unos procedimientos muy rudimentarios e irregulares por falta de organización, por lo que es prácticamente imposible hablar de una unidad de pensamiento militar.
No obstante, trasladándonos al bando romano, se ha elaborado lo que podemos llamar un modelo de amenaza ástur y unas consideraciones sobre la actuación de la misma. Tales consideraciones unidas a lo anterior, nos han llevado a concretar unos supuestos de actuación de ambos bandos que pretenden recrear lo sucedido en el escenario bélico objeto de estudio.
Por ultimo, estos supuestos se han querido verificar con los hallazgos arqueológicos encontrados sobre el terreno. Desgraciadamente la parte excavada es limitada y aunque son numerosos los objetos encontrados, no aportan una información contundente que nos permita dar por definitivas las soluciones que se indican. Por consiguiente, conforme avancen las excavaciones, es posible que se modifiquen algunos de los factores tratados y por lo tanto los modelos y los supuestos de actuación, que deberán ser revisados y modificados en su caso.
Como consecuencia de esta metodología, se expone seguidamente un primer análisis de las excavaciones y los hallazgos hasta el momento, y unas consideraciones generales y militares de la situación existente en la época. 
Con ese marco de referencia, se pasa a estudiar en detalle los diferentes perímetros y se termina con unos supuestos sobre las ocupaciones romanas de la posición del monte Curriechos.



Hallazgos y ausencias claves desde el punto de vista militar

1. El conjunto del yacimiento es una «castra necessaria». Hoy lo clasificaríamos como una posición defensiva con un grado de organización que podríamos calificar de fuerte.
2. Es indudable que esa posición fortificada cierra una dirección general de norte a sur, pero no descuida la defensa en otras direcciones. Esta actitud defensiva contrasta con la naturaleza ofensiva de las operaciones que emprende Roma entre el 26 y el 19 a.C. en la zona. No obstante, tal actitud defensiva puede darse perfectamente dentro de una ofensiva más amplia, que se materializa como tal en otros sectores. Con todo, en la zona del monte Curriechos, las fuerzas de Carisio estaban, por la razón que fuera, en rigurosa defensiva y por lo tanto en inferioridad de condiciones por un tiempo que no se puede precisar por ahora.
3. La ubicación está muy bien elegida y denota experiencia.
4. Parece que la organización fue perfeccionada a lo largo de tiempo lo que hace pensar que fue incrementando su fortaleza táctica defensiva y, por lo tanto, hemos de suponer que hubo un incremento de acciones ofensivas del contrario que fue previsto a tiempo. Entre los hallazgos monetarios tenemos un as de Carisio, lo que parece indicar que el problema defensivo a partir del año de acuñación (23 a.C.) es mayor, toda vez que es encontrado en una de las obras de perfeccionamiento de la posición inicial (una fossa duplex que se transforma en cuadruplex).
5. Las fortificaciones son extraordinariamente fuertes y los obstáculos están en profundidad y sistemáticamente batidos por las armas de la defensa. Esto implica la existencia de un numeroso enemigo, bien en presencia o que el mando romano lo consideró como una amenaza muy posible.
6. La organización defensiva se aleja de lo usual y tiene la particularidad de alargarse para asegurar una posible fuente de agua . Esto refuerza el anterior indicio de un enemigo que, por lo menos, hostiga las aguadas a la fuente próxima y con mayor motivo cualquier clase de explotación local más alejada.
7. Las sucesivas ampliaciones están diseñadas en detalle para solucionar deficiencias tácticas y problemas logísticos. Estas ampliaciones están pensadas considerado la fuerza necesaria para su defensa.
8. Aparece un armamento clave que nos puede indicar el tipo de unidades que guarnecieron la posición. Así, la existencia de un pilum, un dardo y un posible gatillo de catapulta nos señalan la presencia de unidades legionarias. La existencia de puntas de lanza y proyectiles de onda nos apuntan la posibilidad de que la guarnición también tuviera unidades auxiliares de dos tipos: infantería y honderos, siendo menos probable la existencia de caballería auxiliar (armada con lanza) por lo abrupto del terreno.
9. La existencia de numerosas conteras confirma la abundancia de pilum  y lanzas, pero una de un tamaño algo mayor (hallazgo 52) puede corresponder a un estandarte , este signum militari nos da la posibilidad de que en algún momento se diera la presencia de un signifer o de un aquilifer con su  aquila, lo que nos lleva a señalar la posibilidad de que en algún momento en la posición estuvo el mando de una legión acompañado de varias cohortes, de las que al menos dos fueron auxiliares (infantería y honderos).
10. La existencia de un crisol de fundición implica, al menos, un taller de reparación de armamento, recuperación de piezas y fabricación de otras. Este suele aparecer en campamentos permanentes de legión, o de destacamentos menores. En todo caso, es un indicio de la existencia de fuerzas numerosas, pero no necesariamente toda una legión. Las unidades debían reparar su armamento, en especial los pila , que quedaban inservibles al impactar en sus blancos o en el suelo. Esta peculiaridad, que permitía que el enemigo no los devolviera, hacía de ésta arma un producto tan eficaz como caro y, pasada la acción, forzosamente recuperable y necesariamente reparable. Estas consideraciones permiten suponer, de forma razonable, que los defensores tuvieron y rechazaron ataques.
11. Como parece que la defensa contribuyó a ganar la campaña, será difícil encontrar grandes restos de armas arrojadizas romanas sobre el terreno, pues muy posiblemente al término de la batalla defensiva, los legionarios y auxiliares, al quedar victoriosos y dueños del terreno, realizarían batidas por al zona para recuperar puntas de  pilum,  dardos de máquinas y proyectiles de honda.
12. Los trabajos arqueológicos han descubierto una posible explanación en la zona meridional del vallum 2 para un hipotético asentamiento de una máquina de artillería (catapulta). Esta máquina puede ser un indicio de la existencia de una unidad tipo cohorte . También permite suponer que en el momento de su despliegue, la calzada debería estar en condiciones de soportar el tránsito de carros para el transporte de esas máquinas hasta el campamento. Aunque existe la posibilidad de que no fuera así, pues esta clase de ingenios se pudieron desarmar, transportarse a lomo y ser armados nuevamente en la posición del monte Curriechos. Por último, la ubicación de este asentamiento está pensada para batir en profundidad el único acceso que tiene la posición defensiva.
13. La falta de hallazgos (hasta el momento) relacionados con el material sanitario, podría ser una prueba evidente de la estancia de unidades superiores, o de los servicios de apoyo de una unidad tipo legión.
Aunque existían medici (sanitario de combate) que eran simples inmunes (soldados sin graduación), los instrumentos de cirugía corresponderían a médicos de mayor categoría y relacionados con los elementos de
apoyo de la legión.





Situación y consideraciones generales tácticas y logísticas

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Desde el punto de vista táctico y logístico, a lo largo de la historia y como ya hemos apuntado, las campañas ofensivas en montaña normalmente han sido orientadas a la conquista de los pasos claves por los que
discurren las vías de comunicación ya sean artificiales o naturales, de forma que estas puedan ser utilizadas logísticamente. Para ello se maniobra por las alturas, a las que se accede por las divisorias, evitándose los
encajonados valles y vaguadas. Esta maniobra por las alturas aconseja el dominio de los nudos orográficos. Esto último da flexibilidad táctica pues permite, en caso de resistencia del adversario, alternativas de movimiento desde posiciones ventajosas y por lo tanto de maniobra. Pues bien, la zona del monte Curriechos se puede considerar como una posición modélica toda vez que:

– Es el mejor punto de cierre de la posible vía que unía Lancia (zona de León) y la dársena natural que formaba la bahía de Gijón.
– Es de fácil defensa.
– Su ocupación, desde el punto de vista operacional, impide el acceso al nudo orográfico que materializa el Pico Tres Concejos, nudo que posibilita la maniobra por las alturas al este, oeste y norte, cerrando el
acceso al sur.
– Desde el punto de vista táctico permite la maniobra sobre los valles de los ríos Negro al este o Lena al oeste.
– Se encuentra en un punto intermedio de la zona de alta montaña del posible escenario de operaciones, lo que facilita la maniobra logística.

Este cúmulo de características del monte Curriechos nos hace pensar que, en tanto no existió un control del territorio y de las rutas comerciales por los valles entre los actuales León y Gijón, la acción militar para
asegurar una comunicación sur-norte tendría esta zona como escenario clave.
Esta circunstancia determina por sí misma la naturaleza militar de la calzada «la Carisa». Al ser necesario maniobrar en un ambiente hostil, con una amenaza cierta, y no existir caminos adecuados ni amplios
valles, aquella se construyó en lo posible por las divisorias. Ciertamente supone un esfuerzo considerable, pero es una magnifica inversión, ya que contribuyó al buen desarrollo de las operaciones e incrementó la
seguridad del tráfico civil al termino de estas. Las calzadas por las divisorias dificultan las emboscadas, los hostigamientos y en consecuencia reducen la acción guerrillera y el bandidaje. Por otra parte, las fuerzas
de reacción, o de represión del bandidaje, se desplazan por posiciones dominantes desde las que pueden maniobrar con rapidez en ese escenario montañoso.
Si consideramos un posible avance desde León o alrededores (posible base de operaciones de Carisio) hacia la costa de Asturias central, las jornadas de marcha sobre la calzada de una unidad a pié con apoyo de semovientes para el transporte de sus víveres y bagajes, podrían tener el siguiente esquema:


León  Inicial 0
La Robla 1.ª 24-30 km,s.
Villamanín 2.ª 24-30 km,s.
Monte Curriechos (castra necessaria) 3.ª 14-15 km,s. Marcha de alta montaña 
Ujo ó Carabanzo 4.ª 16-17 km Marcha de alta montaña
Colloto 5.ª 24-26 km,s.
Gijón 6.ª 25-30 km,s.


Muchos autores dan los 30 km. como la distancia habitual a recorrer en un día de marcha. La considero excesiva pues la mecánica de acampadas con criterios de seguridad, así como la duración
de actividades logísticas de la época (confección comidas, recogida de leña, aguadas), aconsejan
jornadas de no más de seis horas de marcha. Hacer 30 kilómetros implicaría marchar a 5 km/h y
la experiencia me dice, tras 20 años de servicio en infantería ligera, que ese ritmo es excesivo para
ser ordinario.


El campamento romano del monte Curriechos (popularmente llamando de «La Carisa») es pues la tercera jornada de marcha del itinerario León (base de operaciones) y la bahía de Gijón (uno de los objetivos de la campaña), momento en el que es aconsejable realizar una jornada de descanso y de reposición del nivel logístico de tres días de ración. (Se considera que tres días de ración es un peso adecuado para ser transportado por un legionario con equipo completo, lo que puede suponer unos 30 kg: armamento (espada, cinturón y tahalí, escudo, pilum, casco, cota de malla y puñal.) unos 21 kg,s.; vestuario y equipo unos 10 kg. y 3 días de ración unos 7 kg. Omitimos las estacas por ser el país boscoso y considero que el material de zapadores usualmente sería transportado por el mulo de apoyo al contubernio.), si no se ha hecho antes, máxime si el lugar es de fácil defensa.
Luego, sin descartar el indudable valor táctico de la posición, como punto de cierre y control de la calzada o, en su caso, de una ancestral vía de comunicación entre el litoral asturiano y la meseta, la situación del campamento aconseja que sea punto de descanso usual para las fuerzas que avanzan para alimentar una acción ofensiva más allá de esas cumbres, o que simplemente transitaran por el territorio en una dirección u otra. Se considera que estas circunstancias contribuyen a explicar la existencia y ocupación ocasional del campamento en esa cumbre. Hipótesis que no tiene que ser relacionada forzosamente, y en exclusividad, con la guerra (26-25 a.C.) o la revuelta (22 a.C.), aunque tomara en esos momentos una importancia crucial. Sin duda, futuras excavaciones en lugares más idóneos para el descanso y vivaqueo de esas fuerzas o de los viajeros nos confirmarán este extremo.
La «castra necessaria» del monte Curriechos tiene, como se ha señalado, unas fortificaciones extraordinarias. La orientación de las defensas hasta ahora estudiadas, indica claramente que están pensadas para hacer frente a un ataque procedente del norte, es decir de las alturas de El Homón de Faro. Es más, la solidez y profundidad de las mismas, el solape de posibles alcances de las armas arrojadizas(los pila) de los defensores sobre los diferentes obstáculos (fossas), la existencia de un brachium, etcétera, hacen
pensar en una amenaza importante y, en todo caso, de un enemigo en presencia de entidad considerable.
Pero si se pretendía avanzar por la actual Asturias central hasta llegar el mar, ¿cómo se explica la actitud defensiva de las fuerzas romanas del monte Curriechos en lo que parece una campaña ofensiva en su conjunto?




No hay otra explicación que la existencia de ese enemigo de entidad considerable, que quizás llegó tarde dando tiempo a los legionarios a organizarse sobre el terreno o perfeccionar las fortificaciones existentes, pero que amenazó, o atacó, esa zona clave del vértice Boya apoyándose en El Homón de Faro.

Esta última altura, que sin duda tuvo que ser utilizada como punto de apoyo, sugiere la existencia en la misma de algún tipo de fortificación ástur.
Desde ella se ejercería una vigilancia constante y sería lugar de refugio tras los ataques u hostigamientos a los defensores romanos del monte Curriechos. En El Homón de Faro existen los vestigios de una antigua fortificación construida, como ya se ha indicado, a finales del siglo VII o primeros del VIII de nuestra Era. Lo que deja la misma fuera de la cronología en la que se desarrollaron los hechos bélicos que tratamos. No obstante, bajo esa muralla los arqueólogos encontraron un zócalo de una construcción anterior más antigua cuya datación no es posible determinar aún. No es pues de descartar del todo que a finales del siglo primero antes de nuestra Era, los ástures realizaran algún tipo de fortificación como elemento de apoyo a sus
acciones ofensivas sobre la castra necesaria romana del Curriechos. La lógica militar aconsejaría siglos más tarde, al final de la época visigoda, el cierre de la vía en el mismo sitio que utilizaron los guerreros ástures frente a Publio Carisio.





Via Carisa Homon de Faro



El Aramo desde Curriechos



Es muy probable que la «castra necessaria» o posición romana fuera ampliándose y reforzándose sucesivamente y, aunque aún no se puede precisar con exactitud la cronología de las mismas, parece que la finalidad de la posición de vértice Boya tanto en la guerra del 26-25 a.C. como en la revuelta del 22 a.C. pudo estar orientada fundamentalmente a ganar tiempo para:
– Asegurar: en un primer momento, una vía de comunicación posiblemente existente, ya fuera ésta senda ancestral o una calzada romana en construcción;
– Perfeccionar esa vía, es decir, realizar las obras necesarias para darle una adecuada capacidad logística a tenor de la exigencia de las operaciones.
–Permitir la llegada de refuerzos, ante una desventaja inicial, para que pudieran vencer a un enemigo muy numeroso.

La defensa romana del Curriechos, fuese en la guerra del 26 a.C. o en la revuelta del 22 a.C., pretende pues solucionar el problema de las comunicaciones por la cordillera con una calzada o pista, y/o la llegada de refuerzos que permitiera hacer operaciones decisivas de carácter ofensivo (implicando importantes fuerzas) para destruir lo que quedaba de las fuerzas ástures después de Lancia (caso de la campaña del 26-25 a.C.) o controlar la revuelta (caso del año 22.a.C.).
Parece también bastante probable que ante la revuelta del 22 a.C., quizás sorpresiva y virulenta, la batalla defensiva del monte Curriechos permitiera ganar tiempo a Carisio de forma que llegaran los refuerzos del frente cántabro al mando del legado Cayo Furnio, que según señalan los historiadores romanos permitió a la postre la victoria sobre los saturesLo que nos lleva a plantear la hipótesis de que probablemente la posición romana del Curriechos fuera el lugar fortificado que señala Dion Casio en su Historia romana, (53-54) Esta hipótesis inicial de trabajo queda reforzada por el hallazgo en la  castra necessaria de monedas de la Ulterior, como el señalado as de Carisio, y otras de la Citerior, ya que el hecho de armas del año 22 a.C. narrado por Dión Casio generó la reunión de fuerzas legionarias de esas procedencias.
Es más, el anonimato del lugar en que se encontraba el enclave sitiado podría convenir a la localización del campamento de La Carisa en las cumbres de esta zona de la Cordillera, despobladas y de difícil señalización.
Es necesario hacer una referencia, aunque sea breve, a la problemática logística que tuvieron los contendientes  ástures y romanos. Muy posiblemente la acertada resolución de este problema fue la clave del éxito de las operaciones. En consecuencia, la victoria se decantó, como suele ocurrir en casi todos los tiempos, por el bando que tenía mejor organización.
Las posibilidades logísticas del los ástures eran muy limitadas para alimentar a un gran número de hombres y ganados. Por otra parte, la elevada cota del escenario bélico igualó a los contendientes, sin que a los naturales del país les favorecieran sus posibilidades teóricas de explotación local de los recursos, pues éstos tenían que ser transportados desde los valles a unas alturas de 1.700 a 1.800 metros.
Es de suponer que las bandas de guerreros acudirían a las concentraciones de fuerzas con unas provisiones austeras y, quizás, con algún ganado.
Podemos especular señalando que difícilmente la autonomía logística de estas bandas podría ser superior a 15 días.

La recolección de provisiones sobre el terreno la podemos equiparar a lo que hoy se entiende por supervivencia. Pero sobre esta hay que advertir que la caza no debió ser posible, desaparecería en kilómetros por la gran concentración humana; y que plantas y frutos silvestres, posibles complementos de las dietas de las tribus ástures, pronto desaparecerían de los lugares más próximos a la zona de despliegue. Si las bandas se desplazaban con algún ganado, éste debía dejarse custodiado en lugares con pastos y agua, y
que la asignación de los mismos, y en general de las zonas de explotación local, debió ser asunto de gran complejidad y, presumiblemente, la fuente principal de fricción en el bando astur. A todo ello hay que añadir los problemas de la aguada.


Al consumir sus provisiones, las bandas de guerreros deberían volver a sus lugares de origen para abastecerse, o desplazarse hasta las zonas de pastoreo donde pacía su ganado. Esto implica, a su vez, un sistema de relevos de forma que la masa combatiente se dividía entre fuerzas en presencia, fuerzas reponiéndose en sus castros o zonas de explotación y fuerzas desplazándose en una dirección u otra. Es decir, las fuerzas ástures en presencia en el monte Curriechos quizás solo fueran la mitad, o un tercio, del conjunto total de los guerreros movilizados. Las anteriores circunstancias forzosamente tenían que dar muy pocas posibilidades a los jefes ástures para descargar un golpe, con fuerzas suficientemente numerosas, si la defensa romana mostraba un punto vulnerable. Dicho de otra forma, era prácticamente una casualidad que hubiera suficientes guerreros justo en el momento en que se presentaba una oportunidad táctica de ataque –por ejemplo la llegada de un convoy romano de abastecimiento–.
Por el contrario, la organización romana permitía que los problemas logísticos, aunque enormes, pudieran resolverse con mayor precisión y sin problemas de continuidad.
Existen datos que nos permiten aproximarnos a un modelo logístico romano para integrarlo con los demás factores en el método de estudio anteriormente indicado. Este modelo nos permite realizar los siguientes cálculos que exponemos más abajo y que nos pueden dar una idea de la complejidad logística y la capacidad romana en este campo.
Pues bien, con una plantilla orientativa de cohorte de 579 hombres (legionarios y calones) y 72 mulos para transporte, podemos calcular las necesidades logísticas que previsiblemente podría tener la guarnición. Estas
necesidades serían básicamente: comida y agua para los hombres y ganado, así como leña para cocinar, calentar y atender a las forjas de reparación de armamento, y, por último, cama para el ganado. Para ello nos hemos basado en fuentes clásicas y estudios recientes.

Consideramos unas necesidades ideales por hombre, o semoviente, y día de: 5 litros de agua para
beber, cocina, higiene, asistencia sanitaria y 20 para el ganado; 2,5 kg de alientos no confeccionados, 10 kg para forraje, grano y cama del ganado, 0,9 kg. de leña. Algunos autores se inclinan por 1,5 kg de alimentos y 2,5 o incluso 0,5 litros de agua. No obstante, es muy dudoso que se planificara con estas cifras, más enfocadas a la supervivencia que al abastecimiento de una fuerza en operaciones.

La característica más sobresaliente que se desprende de estos cálculos es la gran entidad de los posibles convoyes si, por ejemplo, se pretendiera alcanzar un nivel de 15 días de abastecimientos de todo tipo, llegando así a tener un cierto desahogo logístico para los defensores romanos del Curriechos.
En un supuesto de máxima ocupación, que como indicaremos más adelante pudo ser de 9 cohortes, tenemos unas necesidades de 244.113,75 Kg. para esos 15 días de nivel (descontados recursos que pueden obtenerse localmente, como la leña, el agua y la cama para el ganado). Para tal cantidad de abastecimientos, las reatas de mulos y escoltas pueden formar un convoy de 14 kilómetros de longitud con no menos de 2700 mulos implicados en el transporte.


Organización de tropas
 
Organización
La legión constituía la base del ejército romano. Originalmente el término "legión" se aplicaba a todo el ejército, hasta que en el siglo IV a.C., adquirió un significado más familiar para describir un regimiento de infantería pesada. El secreto de su éxito radicaba en su organización, sumamente flexible. En el siglo I d.C., una legión con toda su capacidad, estaba formada por 5120 hombres y dividida en diez cohortes. Una cohorte normal comprendía 480 hombres y se dividía en seis centurias de 80 hombres; no obstante, la primera cohorte de la legión, formada por los mejores soldados, tenía cinco centurias dobles de 160 hombres. El mando de cada centuria estaba en manos del centurión, asignado por méritos especiales.
Cada centuria de 80 hombres se dividía a su vez en 10 contubernios (unidad mínima del ejército romano, que era alojado en una tienda), y dos centurias formaban un manipulo por lo que una cohorte esta compuesta por tres manipulos.
Un ejército lo componía habitualmente cuatro legiones aunque esta cifra podía variar incluso a cinco.
La primera cohorte era siempre la mejor de una legión, la sexta la componían los mejores hombres jóvenes, la octava eran tropas selectas, y la décima buenas tropas. Las cohortes más débiles eran la 2ª, 4ª, 7ª y 9ª, compuestas la 7ª y 9ª por tropas con poca experiencia.


Posibles ocupaciones

Parece lógico pensar que los diferentes recintos defensivos, y sucesivas ampliaciones, obedece a distintas necesidades militares que debieron de ser motivadas por un determinado grado de amenaza de la fuerza enemiga.



La primera ocupación corresponde a un manípulo que organiza el vallum 1.
La segunda (vallum 2) es un refuerzo de la primera e implicaría la reunión de la cohorte que organiza el nuevo perímetro defensivo con fossa duplex .
La aparición de la moneda de Carisio puede dar lugar a dos conjeturas. Una es que el vallum 2 con su fossa duplex fuera anterior al 23 a.C., lo más probable durante la guerra (26-25 a.C.) y que la fossa cuadruplex se hiciera a partir de aquella fecha, posiblemente con la revuelta del 22 a.C. La otra es que el conjunto del vallum 2 se realizara a partir de 23 a.C. es decir, que fuera una consecuencia de la referida revuelta ástur, si bien los estudios arqueológicos indican que la fossa cuadruplex se hizo después de la duplex modificando a ésta.
En el caso de la primera ocupación, implica la existencia de un manípulo destacado por una cohorte. Es lógico suponer que ésta cohorte estuviera desplegada en uno o dos campamentos más, muy posiblemente a tan solo una jornada de marcha. No es descabellado pensar que pudiera tener sus otros dos manípulos en la zona de Villamanín o, quizás, un solo manípulo aquí y otro en Carabanzo o Ujo, que son los probables puntos que distan del Curriechos una jornada de marcha.
Este despliegue, que hay que situarlo forzosamente después de la batalla de Lancia, se correspondería pues con el periodo de control del territorio al final de la campaña del 26-25 a.C. y durante la paz subsiguiente (24-22 a.C.).
Quizás la rebelión del 22 a.C. sorprendió a esa supuesta cohorte en esos tres asentamientos (Carabanzo-Ujo, Curriechos y Villamanín) y se concentró sobre el que sin duda es el de mayor importancia táctica, es decir, el monte Curriechos. Lo que explicaría su ampliación con una fossa duplex (vallum 2)
Las condiciones de vivaqueo dentro de este vallum 2 son poco adecuadas; por ello, muy posiblemente, con anterioridad a la organización del vallum 2, se utilizarían unas terrazas existente en la inmediaciones de la posición en la ladera oriental utilizándose como lugar de descanso y acampada para viajeros en época estival, o para las fuerzas que construían la calzada.


Sin duda la existencia de una amenaza importante es lo que aconsejó al mando romano a convertir la  fossa duplex del  vallum  2 en  cuadruplex. Organización que es extraordinaria y que no tiene, que sepamos, parangón en esa época. Esa amenaza forzó igualmente a la construcción de un parapeto en torno a las terrazas orientales. No en vano, una leve ondulación estrecha y longitudinal en una de las terrazas llamó la atención de los arqueólogos y se determinó la existencia de un muro suroeste a modo de abrigo para las terrazas; además, este muro es claramente una prolongación de la fossa cuadruplex (vallum 2 ampliado). ¿Cuándo ocurrió esta ampliación?. Nuevamente la arqueología nos dio la respuesta a esta pregunta. El hallazgo de la moneda de Carisio puede indicarnos que estos conjuntos son una consecuencia de la revuelta del 22 a.C.

La tercera ocupación sería un vallum 3 ampliado a las cuatro terrazas orientales que precisaría de tres cohortes.
La cuarta ocupación implicaría la expansión de las fortificaciones con los vallum 4 y 5 con la finalidad de asegurar la fuente. La capacidad de vivaqueo se incrementa en una cohorte, por lo que la guarnición pasaría a tener cuatro, las tres existentes tras el perímetro del vallum 3 ampliado, más una que acamparía en la zona más alta del vallum 4 y 5.
La quinta ocupación sería todo el conjunto incluyendo el pequeño cerro que de cota inferior que sobresale del monte en su zona meridional, que llamaremos Cerro Sur y la terraza entre este cerro y el vallum 3. Tiene
capacidad para tres cohortes –dos en el cerro y una en la terraza alargada–. Esto hace que el conjunto de la guarnición tuviera siete cohortes, considerando desde un punto de vista teórico la capacidad de vivaqueo dentro del perímetro y las necesidades de defensa del mismo. No obstante, este número se puede incrementar hasta nueve si utilizamos los recintos del vallum1 y 2 y el espacio existente entre el 2 y el 3.
Apoyándonos en los hallazgos de armamento podemos añadir que en algún momento, al menos una de esas cohortes fue de honderos y la otra de infantería auxiliar. Luego, posiblemente 4 ó 5 cohortes fueran legionarias y dos auxiliares.

Conclusiones

Quizás lo más probable sea suponer que al término de la campaña del 26-25 a.C. se ubicó un destacamento estival de entidad manípulo en el monte Curriechos para control del territorio, seguridad y apoyo a la construcción de la calzada. Esta unidad estaría encuadrada en una cohorte que con igual misión desplegaba, quizás, en otras dos castras minores de manípulo (Ujo-Carabanzo y zona de Villamanín), a una jornada de marcha de montaña, es decir, a unos 15-18 kilómetros del Curriechos más o menos.
Como quiera que ese monte está en el punto intermedio entre León (posible base de operaciones de Carisio) y la bahía de Gijón (destino final de la calzada) es muy probable que viajeros y las fuerzas que se desplazaban entre la costa y la meseta utilizaran las terrazas orientales como zona de vivaqueo al amparo del manípulo que desplegaba en la cima.
Posiblemente la  castra necessaria del Curriechos se abandonara en invierno con la suspensión de las obras de la calzada, y definitivamente al término de la construcción de la misma por esa zona de alta montaña. Aunque quizás se mantuvo estivalmente hasta el momento en que se hubiera considerado que el territorio estaba suficientemente pacificado. Con todo, es muy probable que los viajeros siguieran utilizado las terrazas orientales del Curriechos como punto de descanso con o sin guarnición legionaria o auxiliar.
Igualmente es posible que se diera una ocupación ocasional de tipo estival para seguridad de la vía o simple actividad de presencia entre el final de la guerra y la revuelta del 22 a.C. Quizás en este momento la guarnición se vio sorprendida y el deterioro de la situación aconsejó al mando de la legión incrementar la guarnición.
Los ástures debieron considerar igualmente la importancia de la posición y se desemboca en una batalla que para los romanos fue de naturaleza defensiva. En ella, probablemente, los ástures llegaron a cercar la posición romana mediante la maniobra, es decir, sin fortificaciones de cerco, sino desplegándose ocasional y convenientemente para emboscar actividades de explotación local de recursos como el forraje y la leña y hostigar los convoyes del abastecimiento, incluso hacerles frente para cerrarles el paso o apropiarse de los recursos que transportaban. Quizás ocuparon ocasionalmente el Cerro Sur, para anticiparse a la llegada de los convoyes de abastecimiento romanos. No obstante, la incorporación de ese cerro sur a la posición defensiva y la llegada de refuerzos, previsiblemente con un total de 7 o 9 cohortes, terminarán inclinando la balanza del lado de los defensores, pues muy difícilmente los ástures habrían sido capaces de mantener concentrada en esas cumbres, una masa de 15.000 ó 20.000 guerreros que estuvieran el tiempo suficiente para impedir los abastecimientos, debilitar a los defensores y asaltar las defensas legionarias.

Como suele ocurrir en terrenos difíciles, la batalla la ganó quien tuvo, además de voluntad de lucha, más capacidad de organización logística.


Más: http://es.wikipedia.org/wiki/Campamento_romano_de_La_Carisa





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