El 4 de diciembre de 1861 una flota española con 7.000 hombres partió de La Habana hacia el puerto de Veracruz. Esta expedición, liderada por el general Prim durante el gobierno de O'Donnell, buscaba recuperar la influencia perdida de España en América y, según algunos, restaurar el prestigio nacional en el continente. Sin embargo, más allá de una misión militar, esta historia también refleja la AMBICIÓN PERSONAL de Juan Prim.
En 1861, mientras Estados Unidos estaba inmerso en la Guerra Civil y la doctrina Monroe se encontraba en suspenso, Francia y Gran Bretaña decidieron intervenir en México para derrocar al gobierno de Benito Juárez. El objetivo era instaurar una monarquía con Maximiliano de Habsburgo como soberano, un proyecto especialmente impulsado por Francia. Alegaban que el gobierno de Juárez había cometido agravios contra sus súbditos y que la suspensión del pago de la deuda externa justificaba la intervención. España se unió a esta iniciativa con la esperanza de recuperar parte de su influencia en América Latina.Curiosamente, durante uno de sus exilios en París, Prim se relacionó con influyentes miembros de la sociedad del Segundo Imperio, donde conoció a Francisca Agüero González, "Paquita", una rica heredera del banquero mexicano Agüero. Aprovechando sus contactos e influencias, Prim logró ser nombrado jefe de la expedición española a México. Y curiosamente, esta misión no solo representaba una oportunidad de gloria militar, sino también una solución potencial a sus problemas financieros, ya que había dilapidado gran parte de la fortuna de su esposa en proyectos fallidos.
El 15 de abril de 1862, durante la Convención de La Soledad, el delegado francés expresó abiertamente el apoyo de su gobierno a los conservadores que se oponían a Juárez y acusó a Prim de tener aspiraciones personales para coronarse como emperador de México. Prim rechazó estas acusaciones y, en una decisión que sorprendió a muchos, ordenó la retirada de las tropas españolas.
La reina Isabel II, que se oponía a la candidatura de Maximiliano al trono mexicano, respaldó la decisión de Prim de retirarse, a pesar del desacuerdo del gobierno de O'Donnell, que deseaba mantener una buena relación con Napoleón III y fortalecer la alianza con Francia.
En última instancia, la expedición a México se convirtió en una historia de ambiciones personales y decisiones políticas complejas. Prim navegó cuidadosamente en el panorama internacional, manteniendo un equilibrio entre sus propios intereses y los de España. Sin embargo, la pregunta persiste: ¿Qué motivó realmente a Prim? ¿Sus ambiciones personales y la necesidad de reconocimiento, o el deseo genuino de devolver a España parte de su antigua grandeza en América? Cualquiera que haya sido la motivación, su participación dejó una marca significativa en la política del momento, reflejando tanto la ambigüedad de sus intenciones como el complejo equilibrio de poder de la época.
Su relación con la masonería da para otra entrada en el blog.
Fuentes:
- El militarismo en la España decimonónica (1808-1874). Cristian Álvarez Suárez.
- Militares y Masonería. Ezequiel Ignacio García-Municio de Lucas.
- Militares masones de España. Manuel de Paz Sánchez.